14/8/07

De Japón a la región, para conocer a sus parientes

Koji Tamiya vino a conocer a los suyos. Su tío dejó Japón en 1913 y creó una vasta familia en la región. Historia de un reencuentro.
Esther siempre quiso conocer a sus parientes japoneses. Recibió a su primo en Roca. El encuentro de los Toyoshima para recibir a Koji (segundo desde la derecha) tuvo su momento más emotivo en Alvear. Visitaron la antigua casa de Kahei, el pionero llegado en 1913 desde Japón.
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JOSE LUIS DENINO
jldenino@rionegro.com

A punto de cumplir 80 años, Esther Toyoshima pudo concretar un gran anhelo: reencontrarse con su familia desperdigada en la región y recuperar sus raíces orientales, gracias a la visita que desde Japón le hizo su primo hermano Koji Tamiya, a quien no conocía.
Hija de inmigrantes japoneses que se afincaron en 1913 en General Alvear, Mendoza, Esther nació allí y desde hace 40 años vive en Roca.
Siempre deseó cumplir el deseo frustrado de sus padres Kahei y Tsuyoshi: regresar en visita a Japón para reencontrarse con los suyos. Ahora, con 79 años, pudo saldar de algún modo esa deuda heredada. Su hija mayor, Silvia, viajó a Japón en marzo y tras un arduo trabajo dio con sus familiares.
En rápida retribución, y para sorpresa de los parientes que viven "de este lado del mundo", Koji Tamiya, de 58 años, vino de visita a la Argentina y lo recibieron con una gran fiesta agasajo de más de 60 familiares en Alvear. Allí existe una nutrida comunidad japonesa.
Días atrás -mediados de julio-, cuando la helada blanqueaba la vereda de su casa en Roca, Esther invitó a "Río Negro" para que participara del momento en que, unos primos lejanos, y hasta entonces desconocidos, tendrían su encuentro. La acompañaron sus cuatro hijos y algunos de sus nietos, quienes sabían que ese sería un momento único e histórico para los Toyoshima argentinos.
"Siempre soñé, pero nunca imaginé que podría conocer a alguno de mis familiares de Japón", contó Esther emocionada. "Esta reunión con Koji es como si mi padre y el suyo (Tomiki) hubiesen logrado el ansiado reencuentro de her manos. Siento que es nuestro homenaje hacia ellos".
"Mi papá siempre tenía contacto con su familia en Japón, con la esperanza de volver. Esa necesidad creció cuando su madre, ya viejita, quedó postrada y en sus cartas le pedía que fuera a verla, pero ella murió. Y mi padre quedó con la pena de no verla. Su tristeza nos invadió a todos".
Koji, quien escuchó atentamente el relato de su prima, pidió la palabra y -traducción de Laura Hayashi mediante- contó que también tiene una necesidad urgente que cubrir. Ni bien regrese a Japón tiene que enseñarle a su madre, Shouko Tamiya, de 99 años (ver foto abajo), la gran familia de sangre que creció en la Argentina. Ella está ansiosa por conocerlos. De allí a que Koji haya registrado con su cámara filmadora a todos los parientes criollos, junto a los bellos paisajes que recorrió, desde Buenos Aires a Mendoza y desde Bariloche hasta las cataratas del Iguazú.
Relató que la Argentina siempre estuvo presente en su mente porque en su familia de Japón siempre se habló del viaje del tío Kahei. Eso fue lo que lo motivó a estudiar el idioma castellano en la secundaria. Y ahora tuvo la oportunidad de aplicar sus conocimientos.
Esther retomó el diálogo para recordar su infancia en Alvear, cuando su padre, floricultor, hacía tareas de jardinería. Dijo sentirse bien criolla, más allá de sus claros rasgos orientales. "Para mí, en realidad, mi país es este. Yo del idioma japonés, poco y nada. Solo los sonidos del habla de mis padres cuando charlaban en la casa de la finca".
Sin embargo, reconoce al escuchar a Koji que volvió a recuperar algunas de las palabras que le suenan familiares.
Mencionó además las típicas comidas que preparaba su madre: sukiyaki (carne con verduras salteada con salsa de soja); tempura (frituras de verduras); sashimi (pescado crudo aderezado con salsa de soja y wasabi picante), entre otras.
En ese momento, cuando los recuerdos fluían con intensidad, apareció el "moshi-moshi", una tierna canción japonesa que cuenta la historia con moraleja de la carrera entre el conejo y la tortuga. La mencionó Esther, y Koji, que captó al vuelo lo que se estaba hablando, empezó a cantarla en japonés. Todos se sumaron. La guardaban en su memoria porque fue transmitida de generación en generación. De padres a hijos. De abuelos a nietos. De Japón a la Argentina.

Rio Negro On Line-Argentina/14/08/2007

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