24/11/07

División musulmana trasatlántica

Marcia Pally
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Comparados con la tensión que existe en las comunidades musulmanas de toda Europa, los musulmanes de Estados Unidos son un grupo más satisfecho. Según las conclusiones de un reciente estudio de Pew Forum, los musulmanes de Europa "tienen una situación económica peor que la de la población general, se encuentran frustrados en materia de oportunidades económicas y socialmente aislados", mientras que la mayoría de los musulmanes estadounidenses dicen que "sus comunidades son lugares excelentes o buenos" para vivir; el 7% dice que, si trabaja, puede tener éxito en EU. Los niveles de ingresos y de titulados universitarios coinciden con el término medio. El 63% de los musulmanes estadounidenses afirma no sentir un conflicto entre la devoción religiosa y la vida en la sociedad moderna.
Aunque el 53% de los musulmanes de EU cree que la vida resulta más difícil después de los ataques terroristas de 2001, la mayoría cree que la culpa es del Gobierno, no de sus vecinos. De hecho, el 73% dijo que nunca había sufrido discriminación. El 85% señaló que los atentados suicidas raras veces o nunca están justificados y sólo el 1% dijo que la violencia para defender el islam era "con frecuencia" permisible. En Europa, porcentajes significativamente mayores creen que los atentados suicidas están "con frecuencia" o "a veces" justificados.
"Lo que se ve", según Amaney Jamal, asesor de Pew, "es el gran éxito de la población musulmana estadounidense en su asimilación socioeconómica. Sin embargo, la "asimilación" no es lo que triunfa. "Asimilarse" significa disolverse entre el conjunto de la población que recibe la denominación de ciudadano medio, pero los musulmanes americanos no lo hacen, pues siguen siendo devotamente musulmanes en un país abrumadoramente cristiano.
Más que asimilarse, los musulmanes de Estados Unidos participan en la vida económica, política, educativa y social. Podría tratarse de un proceso de autoselección; sólo los más instruidos emigran a Estados Unidos, pues los deficientes servicios sociales existentes en ese país sólo permiten sobrevivir a los mejor preparados. Sin embargo, incluso los musulmanes de clase media de Gran Bretaña acaban marginados y, a diferencia de los musulmanes pobres de Europa, los musulmanes pobres de Estados Unidos no expresan marginación ni simpatía por Al Qaeda.
Se puede aducir que sólo los pobres deseosos de disfrutar de las duras pero amplias posibilidades de la vida estadounidense emigran, eso no explica por qué esos inmigrantes pobres siguen siendo religiosos; si desean el éxito al estilo estadounidense, deberían apresurarse a "asimilarse".
¿Por qué a los musulmanes de EU les va bien sin por ello dejar de ser devotos y llevar una indumentaria distintiva? ¿Por qué pueden participar sin asimilarse? Dos factores parecen importantes: en primer lugar, unos ámbitos económicos, políticos y educativos relativamente porosos de la vida americana que les permite entrar en ellos. Pese a la discriminación y la pobreza que con frecuencia sufren al principio, las barreras a la participación económica y política son relativamente superables.
El segundo factor es la pluralista esfera pública de EU, un ámbito no carente de religión, pero con muchas religiones, que tienen relieve público y actúan en la vida civil como base de instituciones, publicaciones y símbolos que influyen en los valores y la conducta. Estados Unidos no es una sociedad secular, es religiosamente pluralista, con estructuras políticas y jurídicas seculares. De hecho, las instituciones seculares en esa nación fueron concebidas para apoyar el pluralismo. Permiten a las personas de muchos credos colaborar con ellas: un ámbito de trabajo de muchos credos. La prohibición de una religión estatal, junto con la libertad de conciencia, preserva la pluralidad de la religión en la vida civil. Esa concepción fue consecuencia no solo del principio ilustrado, sino también de la necesidad: EU necesitaba convencer a la gente para que cruzara el océano y afrontase las penalidades de la vida de la frontera y, más adelante, la industrialización. La libertad de practicar la religión propia era propaganda en pro de Estados Unidos.
El beneficio de aquella generosidad fue el pacto americano: los inmigrantes deben participar en la refriega económica y política de la nación, pero sin una gran "red" de servicios sociales. Por otra parte, pueden entrar. Y no solo pueden conservar su credo privado, sino también practicarlo en público.
La tolerancia de la religión de los demás es el precio pagado por la tolerancia de la propia. A medida que aumentaba la participación, había una tendencia a la disminución del prejuicio. No ha interesado a nadie perturbar durante mucho tiempo ese pragmatismo consistente en vivir y dejar vivir.
Un resultado del pacto es la paradójica "familiaridad con la diferencia". Como los inmigrantes participan en los ámbitos económicos y políticos, los americanos están acostumbrados a tratar con clases diferentes de personas y por eso distinguen las diferencias que podría perjudicar al país de las que no. De hecho, los americanos están familiarizados con la diferencia o al menos no suelen sentir pánico al respecto. Incluso después de 2001, sólo hubo unos pocos incidentes antimusulmanes.
Sin embargo, Europa exige una mayor asimilación y ofrecer una economía y una política menos porosas. Eso significa menos participación y, por tanto, menos familiaridad con las diferencias en el país anfitrión. Por parte de los inmigrantes, hay más resentimiento contra el anfitrión, más lasitud en materia de economía y política, posible violencia o la insistencia en mantener las diferencias simbólicas, lo que resulta irónico en una sociedad menos capaz de aceptarlos precisamente por su incomodidad con la diferencia. En eso consiste el debate sobre el velo en Europa... No se refiere a ninguno de los obstáculos a la participación o a las reacciones de los inmigrantes ante ellos, pero exige una asimilación simbólica.
Pero esas exigencias son un callejón sin salida. Para salir se necesita una mayor participación en la economía y la política, pero también menos exigencia de asimilación a toda costa. Todas las religiones que descienden de Abraham tienen mecanismos para el cambio que les permiten afrontar las nuevas circunstancias de formas que la comunidad confesional puede respetar. Tanto el fundamentalismo como las exigencias de asimilación –¡sed como nosotros, ahora mismo!– anulan dichos mecanismos. Se debe permitir que funcionen, pero Europa exige la asimilación antes de la participación en una economía en la que los inmigrantes no pueden entrar, en cualquier caso. Lamentablemente, ése es un camino para el gueto. /Project Syndicate
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La Prensa - Panama/24/11/2007

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