Brasil: El operativo “sucesión” de Lula
Foto: Alejandro Saldívar
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Pablo Giuliano
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Sao Paulo, 22 de octubre - Con casi tres años de antelación, el presidente de Brasil, Luiz Inacio Lula da Silva, dio la señal de salida para la carrera hacia su sucesión en 2010, en la que quiere ser el principal elector y, tal vez, obtener renovadas posibilidades de retornar al poder en los comicios de 2014.
La de 2010 será la única elección en la que el presidente tornero mecánico, sindicalista, fundador del Partido de los Trabajadores (PT) en 1980, estará ausente desde el retorno democrático de 1985 (en la que hubo sólo una elección indirecta vía Congreso): siempre fue candidato, en 1989, 1994, 1998, 2002 y 2006. Y ganó las dos últimas.
Impedido constitucionalmente de una segunda reelección consecutiva, Lula, convertido en la principal figura política para los más pobres –casi 60% de la población-- y a la vez en sinónimo de estabilidad financiera para los poderosos, quiere tener un sucesor alineado a su figura y no a su partido, el PT, devaluado en los últimos dos años por escándalos de corrupción.
Ha sido Lula, también, en entrevista al diario Folha de Sao Paulo el domingo 14 de octubre, quien admitió que es posible su propio regreso a la liza electoral en 2014, época en la que tendrá 69 años de edad.
Sin embargo, una encuesta de la empresa Sensus reveló que la sucesión presidencial por ahora es una carrera en la que salió en punta la oposición. Con escaso margen, lideran los sondeos los gobernadores de los estados de Sao Paulo, José Serra, y de Minas Gerais, Aecio Neves, ambos del Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), del exmandatario Fernando Henrique Cardoso (1995-2002).
“Nunca creí en las encuestas, ni a favor ni en contra. La encuesta es una foto de un instante, que cambia todas las semanas”, respondió Lula desde Burkina Faso el martes 16, en el marco de su gira por Africa.
“Lula se ha convertido en el elector más importante de su propio sucesor. El candidato que Lula elija recibirá el apoyo popular”, sentenció en una entrevista con Apro el presidente del Partido Socialista Brasileño (PSB), Eduardo Campos, gobernador del estado de Pernambuco.
El PSB forma parte del bloque de fuerzas de izquierdas, como el Partido Comunista do Brasil (PC do B) y el Partido Democrático Laborista (PDT), que ya tiene candidato: el diputado federal Ciro Gomes.
Gomes, un socialista del PSB que fue gobernador del estado de Ceará (noreste del país), es uno de los hombres que el propio Lula ha considerado como su sucesor presidencial. Ministro de Integración Regional entre 2003 y 2006, en el gobierno de Lula, Gomes forma parte de la coalición parlamentaria del gobierno.
En las elecciones de 2002, Gomes obtuvo el tercer lugar, detrás de Lula y de Serra, con 12% de los votos, que fueron trasladados en la segunda vuelta al actual presidente.
Hoy Gomes --que reclama una “democratización de los medios de comunicación de Brasil” y se niega a tener asesor de prensa y considera al expresidente Cardoso como “el peor de la historia”-- concentra 9.4% de intención de voto, según la última encuesta de la consultora Sensus.
Concentra, también, algunos elogios presidenciales. “Admiro su lealtad”, dijo Lula.
Veterano del juego de estrategias políticas, el propio presidente adereza la incertidumbre de seguidores y opositores.
Durante una reunión de gabinete realizada en los primeros días de octubre en el Palacio del Planalto (sede gubernamental), el presidente Lula les dijo a sus ministros y diputados de la coalición aliada que estaba dispuesto a tomarse licencia en 2010 para participar de la campaña de su sucesor.
Con eso, según el analista político Josías da Souza, Lula busca obligar al PT a aceptar que puede relegar un candidato propio y ceder ante la coalición. Ergo: si la coalición gana, Lula gana. Si pierde el PT sin coalición, Lula no pierde.
“Es normal que el PT quiera tener candidato propio. Pero entre querer y hacer hay una diferencia muy grande”, dijo Lula. Es que el PT aparece muy abajo en las preferencias electorales si los comicios fueran hoy.
El gobernador de San Pablo, Serra, lidera las encuestas con 12.8% de las preferencias, seguido por el exgobernador paulista Geraldo Alckmin, con 11% (derrotado por Lula en 2006 y actualmente fuera de la política) y Neves, con 9.8%. Luego le sigue Gomes, con 9.4%, y el expresidente Cardoso con 4.7%.
El primer miembro del PT que aparece como favorito es la sexóloga Marta Suplicy, exalcaldesa de Sao Paulo y actual ministra de Turismo, con 2.2%. Y, detrás, el gobernador del estado de Bahía, Jacques Wagner, con 1% y Dilma Rousseff, con 0.7%.
A pesar de tan mínima repercusión pública, Rousseff, jefa de la Casa Civil –ministra coordinadora-- es la persona con mayor poder del gobierno, que rechazó, por ahora, ser candidata. Aunque está alejada del calor popular, todos los analistas y operadores políticos la ubican como “caballo negro”.
Y Lula la admira: “Es la gran sorpresa. Estoy convencido de que ella es uno de los cuadros más extraordinarios que Brasil tiene como gerente”, dijo en declaraciones públicas.
Desde este año, Rousseff administra la gran billetera gubernamental. Unos 250 mil millones de dólares en planes de infraestructura y sociales que serán implementados hasta 2010 y que forman parte del Programa de Aceleración del Crecimiento (PAC), la gran apuesta de Lula para retirarse entre aplausos del gobierno.
Experta en temas energéticos (fue ministra del área de Energía entre 2003 y 2005), Rousseff es la carta de Lula para impulsar por primera vez a la presidencia de Brasil a una mujer, tal como ocurrió con éxito con la chilena Michelle Bachelet y como se pretende con la argentina Cristina Fernández, esposa del presidente Néstor Kirchner.
Afiliada al PT pero con poco peso en el partido, “Dilma”, como la llama la prensa, defiende la despenalización del aborto y niega ser una dama de hierro, un lugar común en el que la prensa la ha instalado.
“Nunca de un político hombre dijeron que fuese un hombre duro. Por eso no acepto ser llamada una mujer dura”, responde ella. Además, cuestiona las privatizaciones pero no defiende, como gran parte de la izquierda y de su partido, las re-estatizaciones.
A Rousseff, descendiente de alemanes, le dicen “dura” porque participó en 1969 –contra la dictadura militar (1964-1985)-- de la guerrilla Vanguardia Armada Revolucionaria Palmarés. Este fue el principal grupo armado de la época. Capturada, fue torturada por el régimen y estuvo detenida durante tres años, desde 1970 hasta 1973, por acusaciones de terrorismo.
Por todo su historial, que osciló desde la izquierda hasta la gestión de la estatal Petrobras y que actualmente le concede el manejo de las cuentas públicas, Rousseff aparece como la mejor carta de presentación del PT pos-Lula.
Encontrar un candidato del PT que no sea Lula –siempre lo fue-- es difícil. “El PT tradicionalmente presenta candidato, pero queremos dialogar con todos antes de definiciones”, anunció el presidente del partido, el diputado Ricardo Berzoini.
El partido fundado por Lula sufrió una merma de su prestigio desde 2005, cuando la dirigencia de entonces –y el ministro coordinador del gobierno, José Dirceu-- fueron acusados de financiar ilegalmente campañas de partidos aliados a cambio de apoyo parlamentario.
El escándalo fue elevado a juicio por el Superior Tribunal Federal (la máxima Corte del país) en agosto pasado, con 40 acusados de montar una caja paralela dentro del PT para pagar supuestos sobornos a diputados de otros partidos.
“El PT está poniendo en la agenda, demasiado temprano, el tema de la sucesión de Lula. Hoy yo sería el favorito, en 2010 no sé”, dijo el gobernador de San Pablo, Serra, en conferencia de prensa.
Lo cierto es que el principal actor político en la alianza del gobierno de Lula dejó de ser el PT, sobre todo luego de la reelección del año pasado, cuando surgió el movimiento llamado “lulista”.
El principal sostén del gobierno es el Partido del Movimiento de la Democracia Brasileña (PMDB), que domina el Senado, del expresidente José Sarney. Según dijeron fuentes del gobierno a Apro, el PMDB –el partido más grande de Brasil-- aspira a tener la principal candidatura para 2010. Dicho partido siempre fue oficialista desde el retorno de la democracia.
El PMDB del expresidente Sarney tiene en el gobierno a un ministro aceptado por oficialistas y opositores: el actual titular de Defensa, Nelson Jobim, convocado a solucionar el “caos” de los aeropuertos en el país. También fue citado por Lula como “presidenciable”. Fue ministro de Justicia de Cardoso y presidente del Supremo Tribunal Federal.
Otro de los nombres posibles del PMDB para formar parte de la coalición de Lula es el joven gobernador de Rio de Janeiro, Sergio Cabral, de 43 años, y máxima expresión del “lulismo”.
Defensor de la legalización de las drogas, e impulsor de la urbanización de las favelas (barrios marginales) con modelos similares a los adoptados en Barcelona, Medellín y Bogotá, Cabral es citado también como una de las posibles cartas ocultas de Lula para cuando deba sumarse formalmente a la campaña de su sucesor.
Un anhelo público de Lula es convertir en oficialista al gobernador de Minas Gerais, Aecio Neves, gran figura de la crónica rosa por su fama de “playboy” y nieto del presidente electo fallecido antes de asumir en 1985, Tancredo Neves.
De gran relación con Lula, Neves, de la socialdemocracia, es, para el presidente, un posible presidenciable a su favor, por lo que siempre es tentado a afiliarse al PMDB y robustecer al “lulismo”.
Para los aliados, “el PT debe reconocer que Lula es para el pueblo brasileño el elector más importante y también el que ha sabido tejer las alianzas políticas más sólidas”, comentó el gobernador Eduardo Campos, el titular de los socialistas brasileños.
Sao Paulo, 22 de octubre - Con casi tres años de antelación, el presidente de Brasil, Luiz Inacio Lula da Silva, dio la señal de salida para la carrera hacia su sucesión en 2010, en la que quiere ser el principal elector y, tal vez, obtener renovadas posibilidades de retornar al poder en los comicios de 2014.
La de 2010 será la única elección en la que el presidente tornero mecánico, sindicalista, fundador del Partido de los Trabajadores (PT) en 1980, estará ausente desde el retorno democrático de 1985 (en la que hubo sólo una elección indirecta vía Congreso): siempre fue candidato, en 1989, 1994, 1998, 2002 y 2006. Y ganó las dos últimas.
Impedido constitucionalmente de una segunda reelección consecutiva, Lula, convertido en la principal figura política para los más pobres –casi 60% de la población-- y a la vez en sinónimo de estabilidad financiera para los poderosos, quiere tener un sucesor alineado a su figura y no a su partido, el PT, devaluado en los últimos dos años por escándalos de corrupción.
Ha sido Lula, también, en entrevista al diario Folha de Sao Paulo el domingo 14 de octubre, quien admitió que es posible su propio regreso a la liza electoral en 2014, época en la que tendrá 69 años de edad.
Sin embargo, una encuesta de la empresa Sensus reveló que la sucesión presidencial por ahora es una carrera en la que salió en punta la oposición. Con escaso margen, lideran los sondeos los gobernadores de los estados de Sao Paulo, José Serra, y de Minas Gerais, Aecio Neves, ambos del Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), del exmandatario Fernando Henrique Cardoso (1995-2002).
“Nunca creí en las encuestas, ni a favor ni en contra. La encuesta es una foto de un instante, que cambia todas las semanas”, respondió Lula desde Burkina Faso el martes 16, en el marco de su gira por Africa.
“Lula se ha convertido en el elector más importante de su propio sucesor. El candidato que Lula elija recibirá el apoyo popular”, sentenció en una entrevista con Apro el presidente del Partido Socialista Brasileño (PSB), Eduardo Campos, gobernador del estado de Pernambuco.
El PSB forma parte del bloque de fuerzas de izquierdas, como el Partido Comunista do Brasil (PC do B) y el Partido Democrático Laborista (PDT), que ya tiene candidato: el diputado federal Ciro Gomes.
Gomes, un socialista del PSB que fue gobernador del estado de Ceará (noreste del país), es uno de los hombres que el propio Lula ha considerado como su sucesor presidencial. Ministro de Integración Regional entre 2003 y 2006, en el gobierno de Lula, Gomes forma parte de la coalición parlamentaria del gobierno.
En las elecciones de 2002, Gomes obtuvo el tercer lugar, detrás de Lula y de Serra, con 12% de los votos, que fueron trasladados en la segunda vuelta al actual presidente.
Hoy Gomes --que reclama una “democratización de los medios de comunicación de Brasil” y se niega a tener asesor de prensa y considera al expresidente Cardoso como “el peor de la historia”-- concentra 9.4% de intención de voto, según la última encuesta de la consultora Sensus.
Concentra, también, algunos elogios presidenciales. “Admiro su lealtad”, dijo Lula.
Veterano del juego de estrategias políticas, el propio presidente adereza la incertidumbre de seguidores y opositores.
Durante una reunión de gabinete realizada en los primeros días de octubre en el Palacio del Planalto (sede gubernamental), el presidente Lula les dijo a sus ministros y diputados de la coalición aliada que estaba dispuesto a tomarse licencia en 2010 para participar de la campaña de su sucesor.
Con eso, según el analista político Josías da Souza, Lula busca obligar al PT a aceptar que puede relegar un candidato propio y ceder ante la coalición. Ergo: si la coalición gana, Lula gana. Si pierde el PT sin coalición, Lula no pierde.
“Es normal que el PT quiera tener candidato propio. Pero entre querer y hacer hay una diferencia muy grande”, dijo Lula. Es que el PT aparece muy abajo en las preferencias electorales si los comicios fueran hoy.
El gobernador de San Pablo, Serra, lidera las encuestas con 12.8% de las preferencias, seguido por el exgobernador paulista Geraldo Alckmin, con 11% (derrotado por Lula en 2006 y actualmente fuera de la política) y Neves, con 9.8%. Luego le sigue Gomes, con 9.4%, y el expresidente Cardoso con 4.7%.
El primer miembro del PT que aparece como favorito es la sexóloga Marta Suplicy, exalcaldesa de Sao Paulo y actual ministra de Turismo, con 2.2%. Y, detrás, el gobernador del estado de Bahía, Jacques Wagner, con 1% y Dilma Rousseff, con 0.7%.
A pesar de tan mínima repercusión pública, Rousseff, jefa de la Casa Civil –ministra coordinadora-- es la persona con mayor poder del gobierno, que rechazó, por ahora, ser candidata. Aunque está alejada del calor popular, todos los analistas y operadores políticos la ubican como “caballo negro”.
Y Lula la admira: “Es la gran sorpresa. Estoy convencido de que ella es uno de los cuadros más extraordinarios que Brasil tiene como gerente”, dijo en declaraciones públicas.
Desde este año, Rousseff administra la gran billetera gubernamental. Unos 250 mil millones de dólares en planes de infraestructura y sociales que serán implementados hasta 2010 y que forman parte del Programa de Aceleración del Crecimiento (PAC), la gran apuesta de Lula para retirarse entre aplausos del gobierno.
Experta en temas energéticos (fue ministra del área de Energía entre 2003 y 2005), Rousseff es la carta de Lula para impulsar por primera vez a la presidencia de Brasil a una mujer, tal como ocurrió con éxito con la chilena Michelle Bachelet y como se pretende con la argentina Cristina Fernández, esposa del presidente Néstor Kirchner.
Afiliada al PT pero con poco peso en el partido, “Dilma”, como la llama la prensa, defiende la despenalización del aborto y niega ser una dama de hierro, un lugar común en el que la prensa la ha instalado.
“Nunca de un político hombre dijeron que fuese un hombre duro. Por eso no acepto ser llamada una mujer dura”, responde ella. Además, cuestiona las privatizaciones pero no defiende, como gran parte de la izquierda y de su partido, las re-estatizaciones.
A Rousseff, descendiente de alemanes, le dicen “dura” porque participó en 1969 –contra la dictadura militar (1964-1985)-- de la guerrilla Vanguardia Armada Revolucionaria Palmarés. Este fue el principal grupo armado de la época. Capturada, fue torturada por el régimen y estuvo detenida durante tres años, desde 1970 hasta 1973, por acusaciones de terrorismo.
Por todo su historial, que osciló desde la izquierda hasta la gestión de la estatal Petrobras y que actualmente le concede el manejo de las cuentas públicas, Rousseff aparece como la mejor carta de presentación del PT pos-Lula.
Encontrar un candidato del PT que no sea Lula –siempre lo fue-- es difícil. “El PT tradicionalmente presenta candidato, pero queremos dialogar con todos antes de definiciones”, anunció el presidente del partido, el diputado Ricardo Berzoini.
El partido fundado por Lula sufrió una merma de su prestigio desde 2005, cuando la dirigencia de entonces –y el ministro coordinador del gobierno, José Dirceu-- fueron acusados de financiar ilegalmente campañas de partidos aliados a cambio de apoyo parlamentario.
El escándalo fue elevado a juicio por el Superior Tribunal Federal (la máxima Corte del país) en agosto pasado, con 40 acusados de montar una caja paralela dentro del PT para pagar supuestos sobornos a diputados de otros partidos.
“El PT está poniendo en la agenda, demasiado temprano, el tema de la sucesión de Lula. Hoy yo sería el favorito, en 2010 no sé”, dijo el gobernador de San Pablo, Serra, en conferencia de prensa.
Lo cierto es que el principal actor político en la alianza del gobierno de Lula dejó de ser el PT, sobre todo luego de la reelección del año pasado, cuando surgió el movimiento llamado “lulista”.
El principal sostén del gobierno es el Partido del Movimiento de la Democracia Brasileña (PMDB), que domina el Senado, del expresidente José Sarney. Según dijeron fuentes del gobierno a Apro, el PMDB –el partido más grande de Brasil-- aspira a tener la principal candidatura para 2010. Dicho partido siempre fue oficialista desde el retorno de la democracia.
El PMDB del expresidente Sarney tiene en el gobierno a un ministro aceptado por oficialistas y opositores: el actual titular de Defensa, Nelson Jobim, convocado a solucionar el “caos” de los aeropuertos en el país. También fue citado por Lula como “presidenciable”. Fue ministro de Justicia de Cardoso y presidente del Supremo Tribunal Federal.
Otro de los nombres posibles del PMDB para formar parte de la coalición de Lula es el joven gobernador de Rio de Janeiro, Sergio Cabral, de 43 años, y máxima expresión del “lulismo”.
Defensor de la legalización de las drogas, e impulsor de la urbanización de las favelas (barrios marginales) con modelos similares a los adoptados en Barcelona, Medellín y Bogotá, Cabral es citado también como una de las posibles cartas ocultas de Lula para cuando deba sumarse formalmente a la campaña de su sucesor.
Un anhelo público de Lula es convertir en oficialista al gobernador de Minas Gerais, Aecio Neves, gran figura de la crónica rosa por su fama de “playboy” y nieto del presidente electo fallecido antes de asumir en 1985, Tancredo Neves.
De gran relación con Lula, Neves, de la socialdemocracia, es, para el presidente, un posible presidenciable a su favor, por lo que siempre es tentado a afiliarse al PMDB y robustecer al “lulismo”.
Para los aliados, “el PT debe reconocer que Lula es para el pueblo brasileño el elector más importante y también el que ha sabido tejer las alianzas políticas más sólidas”, comentó el gobernador Eduardo Campos, el titular de los socialistas brasileños.
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Proceso - D.F.,Mexico/22/10/2007
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