Burocracia avanza en la próspera India
Por Surojit Gupta y Sumeet Chatterjee
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NUEVA DELHI/BANGALORE-Cuando en 1995 Ashok Kheny decidió, después de 15 años en Estados Unidos, regresar a India y participar en un proyecto de 700 millones de dólares para construir una carretera y un nuevo municipio, soñaba con crear algo único.
Casi 12 años más tarde, el proyecto ha sido más una pesadilla burocrática que un sueño debido a las montañas de trámites, un sello distintivo de las iniciativas empresariales en India, que a menudo frustra tanto a los inversionistas que terminan llevando su capital a China.
Kheny, el director administrativo del consorcio Nandi Infrastructure Corridor Enterprise, firmó en 1997 un acuerdo con el gobierno del estado de Karnataka, al sur del país, para construir una carretera que conecte el centro tecnológico de Bangalore con la ciudad de Mysore, situada a 110 Kilómetros de distancia.
El proyecto debió haber sido terminado en 2000.
Con un atraso de siete años, el consorcio ha finalizado menos del 50 por ciento de las obras y se enfrenta un máximo de 336 demandas legales por varios motivos, entre ellos la adquisición de más terrenos de lo necesario.
"Cuando firmé el acuerdo con el gobierno estatal, todos los políticos y burócratas fueron muy acogedores. Ellos dijeron que me darían todo en bandeja," dijo a Reuters el empresario de 57 años.
Pero tras la emoción inicial, el proyecto rápidamente se vio empantanado en la burocracia.
Así como India compite con China para atraer inversionistas extranjeros, el país se ha visto perjudicado por el papeleo burocrático, un remanente del pasado colonial de India, a lo que se suman décadas de desarrollo económico dirigido por el Estado.
Se estima que los inversionistas que buscan establecerse en India necesitan un máximo de 70 aprobaciones distintas, a menos que se instalen en zonas económicas especiales que están siendo construidas en partes no desarrolladas del país, a menudo alejadas de las principales ciudades, una medida dirigida a fomentar las economías locales.
DIFICIL COMIENZO
Kheny sostuvo que los severos retrasos provocaron costos adicionales, y pese a que la afamada licencia raj de India había terminado hace mucho, comenzar algo nuevo todavía era muy difícil.
La licencia raj era un sistema con el cual las empresas estaban limitadas a respetar estrictos cupos de producción.
"A veces me frustro y pienso en abandonar todo esto," señaló. "Pero cuando pienso en el resultado final de este proyecto me emociono mucho," agregó.
Kheny no es el único. Un informe del Banco Mundial ubica a India en el puesto 120 de un total de 178 países con facilidad para hacer negocios y dice que está muy por debajo del nivel de prácticas ideales respecto de otros países.
India se ubica en el puesto 72 entre 180 países en la lista del índice de Percepción de Corrupción del organismo de control Transparencia Internacional, en un informe publicado el 2007 que la pone a la par con Brasil, China y México.
El plazo para obtener una licencia comercial en India va de 35 días en Mumbai, el centro financiero, a 522 en la ciudad de Ranchi, al este del país. En contraste, una puesta en marcha toma dos días en Australia y el promedio en la Organización para Cooperación y Desarrollo Económico es de 17 días.
Después de más de 15 años de reformas, la tercera mayor economía de Asia ha visto amplios cambios y registró impresionantes índices de crecimiento que han atraído a compañías de todo el mundo.
Pero a los empresarios todavía les resulta difícil negociar en el campo minado de burocracia y los analistas y ejecutivos de negocios dicen que esto sigue siendo el mayor escollo para los inversionistas extranjeros.
"Lo que les importa a los inversionistas extranjeros es el tiempo que toma la emisión de las autorizaciones. India tiene suficiente campo de acción como para reducir los retrasos," dijo T.K. Bhaumik, principal economista de Reliance Industries Ltd., el mayor conglomerado comercial del país.
En noviembre pasado, Craig Barrett, presidente de Intel Corp., el mayor fabricante de chips del mundo, dijo que su firma estaba esperando que India delineara su política sobre semiconductores antes de avanzar en sus planes de empezar a manufacturar en la nación.
Cuatro meses más tarde Intel anunció que iba a construir una planta de microchips de 2.500 millones de dólares en el noreste de China.
"El Gobierno indio no sacó su propuesta de manufactura de semiconductores muy rápidamente y quedó afuera del plazo que teníamos para instalar nuestros próximos bloques de capacidad de fabricación," declaró Barrett a periodistas el mes pasado.
COMPLICACION PARA CAMBIAR LEYES
Los analistas dicen que el número de aprobaciones requeridas por las agencias del Gobierno para instalar plantas industriales ha aumentado en algunos sectores a pesar de las reformas económicas.
Para instalar una fábrica mediana se requieren al menos 15 autorizaciones estatales y seis federales.
Y eso no es todo: Los fabricantes indios se enfrentan a un promedio de 7,4 visitas al año de parte de funcionarios de Gobierno, irónicamente llamados "inspectores raj."
Puede que pronto se vislumbre un cambio ya que el Gobierno planea reducir el tiempo requerido para varias autorizaciones a 166 días, de 305. Pero algunas áreas, como el empleo, son más problemáticas.
El Banco Mundial estima que hay 47 leyes nacionales y 157 regulaciones estatales vinculadas al empleo, con frecuencia inconsistentes y que a veces se superponen.
"Reformar las regulaciones laborales es una prioridad para India. Las inflexibilidades actuales imponen costos significativos en términos de la pérdida de puestos de trabajo," indicó el Banco Mundial, pero los legisladores dicen que abordarlas es simplemente demasiado polémico.
"Hay una fuerte oposición a las reformas en India por parte de ciertos sectores y ellos aceptan o incluyen tanto a la izquierda como a la derecha," aseveró a Reuters el ex ministro de finanzas Yashwant Sinha.
"Las reformas han sido irregulares, (...) y fueron abandonadas tras chocar con la oposición política o (problemas) de otro tipo," añadió.
NUEVA DELHI/BANGALORE-Cuando en 1995 Ashok Kheny decidió, después de 15 años en Estados Unidos, regresar a India y participar en un proyecto de 700 millones de dólares para construir una carretera y un nuevo municipio, soñaba con crear algo único.
Casi 12 años más tarde, el proyecto ha sido más una pesadilla burocrática que un sueño debido a las montañas de trámites, un sello distintivo de las iniciativas empresariales en India, que a menudo frustra tanto a los inversionistas que terminan llevando su capital a China.
Kheny, el director administrativo del consorcio Nandi Infrastructure Corridor Enterprise, firmó en 1997 un acuerdo con el gobierno del estado de Karnataka, al sur del país, para construir una carretera que conecte el centro tecnológico de Bangalore con la ciudad de Mysore, situada a 110 Kilómetros de distancia.
El proyecto debió haber sido terminado en 2000.
Con un atraso de siete años, el consorcio ha finalizado menos del 50 por ciento de las obras y se enfrenta un máximo de 336 demandas legales por varios motivos, entre ellos la adquisición de más terrenos de lo necesario.
"Cuando firmé el acuerdo con el gobierno estatal, todos los políticos y burócratas fueron muy acogedores. Ellos dijeron que me darían todo en bandeja," dijo a Reuters el empresario de 57 años.
Pero tras la emoción inicial, el proyecto rápidamente se vio empantanado en la burocracia.
Así como India compite con China para atraer inversionistas extranjeros, el país se ha visto perjudicado por el papeleo burocrático, un remanente del pasado colonial de India, a lo que se suman décadas de desarrollo económico dirigido por el Estado.
Se estima que los inversionistas que buscan establecerse en India necesitan un máximo de 70 aprobaciones distintas, a menos que se instalen en zonas económicas especiales que están siendo construidas en partes no desarrolladas del país, a menudo alejadas de las principales ciudades, una medida dirigida a fomentar las economías locales.
DIFICIL COMIENZO
Kheny sostuvo que los severos retrasos provocaron costos adicionales, y pese a que la afamada licencia raj de India había terminado hace mucho, comenzar algo nuevo todavía era muy difícil.
La licencia raj era un sistema con el cual las empresas estaban limitadas a respetar estrictos cupos de producción.
"A veces me frustro y pienso en abandonar todo esto," señaló. "Pero cuando pienso en el resultado final de este proyecto me emociono mucho," agregó.
Kheny no es el único. Un informe del Banco Mundial ubica a India en el puesto 120 de un total de 178 países con facilidad para hacer negocios y dice que está muy por debajo del nivel de prácticas ideales respecto de otros países.
India se ubica en el puesto 72 entre 180 países en la lista del índice de Percepción de Corrupción del organismo de control Transparencia Internacional, en un informe publicado el 2007 que la pone a la par con Brasil, China y México.
El plazo para obtener una licencia comercial en India va de 35 días en Mumbai, el centro financiero, a 522 en la ciudad de Ranchi, al este del país. En contraste, una puesta en marcha toma dos días en Australia y el promedio en la Organización para Cooperación y Desarrollo Económico es de 17 días.
Después de más de 15 años de reformas, la tercera mayor economía de Asia ha visto amplios cambios y registró impresionantes índices de crecimiento que han atraído a compañías de todo el mundo.
Pero a los empresarios todavía les resulta difícil negociar en el campo minado de burocracia y los analistas y ejecutivos de negocios dicen que esto sigue siendo el mayor escollo para los inversionistas extranjeros.
"Lo que les importa a los inversionistas extranjeros es el tiempo que toma la emisión de las autorizaciones. India tiene suficiente campo de acción como para reducir los retrasos," dijo T.K. Bhaumik, principal economista de Reliance Industries Ltd., el mayor conglomerado comercial del país.
En noviembre pasado, Craig Barrett, presidente de Intel Corp., el mayor fabricante de chips del mundo, dijo que su firma estaba esperando que India delineara su política sobre semiconductores antes de avanzar en sus planes de empezar a manufacturar en la nación.
Cuatro meses más tarde Intel anunció que iba a construir una planta de microchips de 2.500 millones de dólares en el noreste de China.
"El Gobierno indio no sacó su propuesta de manufactura de semiconductores muy rápidamente y quedó afuera del plazo que teníamos para instalar nuestros próximos bloques de capacidad de fabricación," declaró Barrett a periodistas el mes pasado.
COMPLICACION PARA CAMBIAR LEYES
Los analistas dicen que el número de aprobaciones requeridas por las agencias del Gobierno para instalar plantas industriales ha aumentado en algunos sectores a pesar de las reformas económicas.
Para instalar una fábrica mediana se requieren al menos 15 autorizaciones estatales y seis federales.
Y eso no es todo: Los fabricantes indios se enfrentan a un promedio de 7,4 visitas al año de parte de funcionarios de Gobierno, irónicamente llamados "inspectores raj."
Puede que pronto se vislumbre un cambio ya que el Gobierno planea reducir el tiempo requerido para varias autorizaciones a 166 días, de 305. Pero algunas áreas, como el empleo, son más problemáticas.
El Banco Mundial estima que hay 47 leyes nacionales y 157 regulaciones estatales vinculadas al empleo, con frecuencia inconsistentes y que a veces se superponen.
"Reformar las regulaciones laborales es una prioridad para India. Las inflexibilidades actuales imponen costos significativos en términos de la pérdida de puestos de trabajo," indicó el Banco Mundial, pero los legisladores dicen que abordarlas es simplemente demasiado polémico.
"Hay una fuerte oposición a las reformas en India por parte de ciertos sectores y ellos aceptan o incluyen tanto a la izquierda como a la derecha," aseveró a Reuters el ex ministro de finanzas Yashwant Sinha.
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Reuters América Latina - UK/13/10/2007
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