Rusia prohíbe, a modo de represalia política, importar la exquisita manteca de Ucrania
En Kiev se sirve un postre que mezcla el producto con el cacao
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DMITRI POLIKÁRPOV
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ENVIADO ESPECIAL / KIEV - Cada vez que llego a la capital ucraniana, Kiev, la primera cosa que hago es ir al modernista y céntrico mercado de Besarabka. Allí olfateó y saboreó variedades de la mejor manteca de cerdo de toda Ucrania y, tal vez, del mundo entero. Cuando encuentro lo que busco, me compro varios kilos para llevar a Moscú, donde mis amigos esperan el producto con ansiedad.
Si el aguardiente ruso se llama vodka en todos los idiomas, la misma fama merece la manteca de cerdo ucraniana, llamada salo (como dicen los ucranianos). Para cualquier ucraniano, el salo no solo es un manjar tan exquisito como el jamón para España, sino que también una parte imprescindible del patrimonio nacional, un símbolo de prosperidad y soberanía.
Chiste popular
Hay un chiste muy popular ucraniano sobre un kieveño que viaja en tren a Moscú para vender salo en un mercado moscovita. Entra en el vagón un aduanero ruso y le pregunta si lleva algo prohibido, es decir, armas o drogas. El individuo le responde que lleva drogas. Registran todo el vagón, pero no encuentran nada. "¿Y la droga, dónde está?," pregunta el aduanero. El ucraniano saca un trozo de salo y dice: "Esta es mi droga. Cada vez que la como, me vuelvo loco".
En la realidad, la manteca de cerdo es grasa de cerdo. La manteca se puede consumir untada en pan por ejemplo, pero la grasa de cerdo tradicionalmente la utilizan para freír o para preparar algún tipo de masa. No es así cuando se trata del salo ucraniano. Es una cosa tierna con una corteza de color azafrán algo ahumada que se deshace en la boca sin masticarla.
Los ucranianos tienen todo un repertorio de platos a base de la manteca de cerdo. Lo más tradicional es ofrecerle a un invitado un plato de tapas con pan negro, trocitos finos de salo y quizás un toque de ajo. También hay decenas de empanadas, sopas y cocidos con salo como elemento clave que también se usa en lugar de aceite vegetal para freír. Es decir, que la comen mucho, y cualquier ucraniano juraría que no hay otra manteca tan buena.
La llamada revolución naranja del 2004, que llevó al poder a un grupo de políticos proeuropeos, ha aumentado la popularidad de Ucrania en Europa. Inspirados con la ilusión de casar su manjar más apreciado con la alta cocina europea, los ucranianos han inventado recientemente un plato inédito: manteca de cerdo en chocolate. La idea de combinar la grasa salada de cerdo con chocolate ha sido un éxito. En el restaurante más caro de Kiev es el postre número uno. Por solo 11 grivnas (2 euros) le ofrecen dos extravagantes Snickers a la ucraniana hechos a mano según una receta secreta que permite compaginar lo incompaginable desde el punto de vista de la cocina tradicional.
"El cliente lo pide por curiosidad. Luego dicen que si no lo hubieran sabido de antemano nunca habrían averiguado que dentro del chocolate hay grasa de cerdo", dice el dueño del restaurante.
Éxito del nuevo dulce
El éxito de este nuevo dulce, patentado tanto entre los turistas como entre los propios kieveños, ha instado a los empresarios ucranianos lanzar toda una línea de productos que explotan la idea de vender la manteca de cerdo glaseada con crema de chocolate. EEUU, Canadá, Francia e Israel son algunos de los importadores de los bombones "manteca de cerdo en chocolate". Además, una cadena de supermercados ucranianos ha ofrecido el dulce gratis como parte una campaña para atraer clientes.
Los bombones de manteca de cerdo en chocolate se han puesto también de moda en Rusia. Varias empresas pequeñas fabrican a mano una copia pirata de este producto. Pero la grasa que llevan dentro es de origen ruso, porque las autoridades de Rusia prohibieron en el 2006 las importaciones de los productos alimenticios de Ucrania. Dos años después de la entrada en vigor del absurdo embargo, una venganza del Kremlin a los planes de Kiev de ser parte de la UE, los rusos se comen las uñas añorando el auténtico sabor del manjar ucraniano que se puede introducir en el país solo de contrabando .
Si el aguardiente ruso se llama vodka en todos los idiomas, la misma fama merece la manteca de cerdo ucraniana, llamada salo (como dicen los ucranianos). Para cualquier ucraniano, el salo no solo es un manjar tan exquisito como el jamón para España, sino que también una parte imprescindible del patrimonio nacional, un símbolo de prosperidad y soberanía.
Chiste popular
Hay un chiste muy popular ucraniano sobre un kieveño que viaja en tren a Moscú para vender salo en un mercado moscovita. Entra en el vagón un aduanero ruso y le pregunta si lleva algo prohibido, es decir, armas o drogas. El individuo le responde que lleva drogas. Registran todo el vagón, pero no encuentran nada. "¿Y la droga, dónde está?," pregunta el aduanero. El ucraniano saca un trozo de salo y dice: "Esta es mi droga. Cada vez que la como, me vuelvo loco".
En la realidad, la manteca de cerdo es grasa de cerdo. La manteca se puede consumir untada en pan por ejemplo, pero la grasa de cerdo tradicionalmente la utilizan para freír o para preparar algún tipo de masa. No es así cuando se trata del salo ucraniano. Es una cosa tierna con una corteza de color azafrán algo ahumada que se deshace en la boca sin masticarla.
Los ucranianos tienen todo un repertorio de platos a base de la manteca de cerdo. Lo más tradicional es ofrecerle a un invitado un plato de tapas con pan negro, trocitos finos de salo y quizás un toque de ajo. También hay decenas de empanadas, sopas y cocidos con salo como elemento clave que también se usa en lugar de aceite vegetal para freír. Es decir, que la comen mucho, y cualquier ucraniano juraría que no hay otra manteca tan buena.
La llamada revolución naranja del 2004, que llevó al poder a un grupo de políticos proeuropeos, ha aumentado la popularidad de Ucrania en Europa. Inspirados con la ilusión de casar su manjar más apreciado con la alta cocina europea, los ucranianos han inventado recientemente un plato inédito: manteca de cerdo en chocolate. La idea de combinar la grasa salada de cerdo con chocolate ha sido un éxito. En el restaurante más caro de Kiev es el postre número uno. Por solo 11 grivnas (2 euros) le ofrecen dos extravagantes Snickers a la ucraniana hechos a mano según una receta secreta que permite compaginar lo incompaginable desde el punto de vista de la cocina tradicional.
"El cliente lo pide por curiosidad. Luego dicen que si no lo hubieran sabido de antemano nunca habrían averiguado que dentro del chocolate hay grasa de cerdo", dice el dueño del restaurante.
Éxito del nuevo dulce
El éxito de este nuevo dulce, patentado tanto entre los turistas como entre los propios kieveños, ha instado a los empresarios ucranianos lanzar toda una línea de productos que explotan la idea de vender la manteca de cerdo glaseada con crema de chocolate. EEUU, Canadá, Francia e Israel son algunos de los importadores de los bombones "manteca de cerdo en chocolate". Además, una cadena de supermercados ucranianos ha ofrecido el dulce gratis como parte una campaña para atraer clientes.
Los bombones de manteca de cerdo en chocolate se han puesto también de moda en Rusia. Varias empresas pequeñas fabrican a mano una copia pirata de este producto. Pero la grasa que llevan dentro es de origen ruso, porque las autoridades de Rusia prohibieron en el 2006 las importaciones de los productos alimenticios de Ucrania. Dos años después de la entrada en vigor del absurdo embargo, una venganza del Kremlin a los planes de Kiev de ser parte de la UE, los rusos se comen las uñas añorando el auténtico sabor del manjar ucraniano que se puede introducir en el país solo de contrabando .
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El Periódico - España/13/10/2007
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