19/10/07

Crónica de un fiasco anunciado

"Serio, sustancial y concreto''

Por Samuel Hadas*
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La tarea de crear cierto consenso sobre la conferencia parece, por el momento, misión imposible. Los analistas israelíes se muestran pesimistas a cerca de las perspectivas de lograr un avance sustantivo. Uno de ellos augura incluso que la secretaria de Estado podría sumarse tarde o temprano a la larga lista de altos funcionarios norteamericanos que visitaron esta parte del mundo, se zambulleron en sus aguas y casi se ahogaron.

La Secretaria de Estado Condoleezza Rice llegó nuevamente a Oriente Próximo, en su séptima visita en lo que va del año, con el declarado objetivo de reducir las abismales diferencias que separan a israelíes y palestinos y poder arribar así a la conferencia de paz que tendrá lugar en Annapolis, a fines de noviembre próximo, con un documento conjunto acordado y claro.

Las diferencias son tan substanciales que podrían conducir al fracaso de la conferencia. Aún antes de llegar a la región, fuentes diplomáticas norteamericanas insinuaron que EEUU no enviará invitaciones a la conferencia antes que el primer ministro israelí Ehud Olmert y el presidente de la Autoridad Nacional Palestina, Mahmud Abás ``logren redactar el documento'', lo que fue reiterado después de los encuentros de Rice.

Nuevos-viejos tiempos soplan en Oriente Medio. Desde la fracasada cumbre de Campo David de 2000, con la participación del presidente Bill Clinton, el primer ministro israelí Ehud Barak y el presidente de la Autoridad Nacional Palestina Iaser Arafat, no habían estado palestinos e israelíes tan cerca de un acuerdo de paz, según el comentarista diplomático del cotidiano israelí Haaretz, Akiva Eldar. ¿Es realmente así?

Condi, como ya es cordialmente llamada por todos, llegó en la misma semana en que el asesor jurídico del Estado Menajem Mazuz anunciaba que Olmert sería investigado por su actuación a la cabeza del Ministerio de Industria, años atrás, repartiendo prebendas y cargos a sus correligionarios, dando trato preferencial a inversores amigos, etc., transformándose así en el político más investigado de la historia de Israel, al ser sometido a tres investigaciones simultáneas. De ahí que, sostienen algunos analistas israelíes, su capacidad de actuar al frente del gobierno y concentrarse en el manejo de las difíciles y delicadas tareas a su cargo es más que preocupante.

No lo pasa mejor Abás, amenazado por Hamás y a la cabeza de un partido dividido y en crisis, una AP inoperante e incapaz de asumir las responsabilidades de gobierno e imposibilitado de imponer su autoridad en la franja de Gaza, hoy copada por Hamás.
Hasta ahora importantes sectores de la opinión pública israelí siguen con escepticismo e incluso con indiferencia la nueva iniciativa diplomática norteamericana, en la consideración de que no existe posibilidad alguna de que se llegue a un acuerdo sustancial.

Mientras sus críticos consideran que la convocatoria de la conferencia ha sido prematura, creando expectativas nada reales, Rice se ha dedicado a minimizarlas a la vez que lleva a cabo una intensa labor de mediación entre palestinos e israelíes para acercar sus distantes posturas, manteniendo entrevistas con Olmert, Abás, así como con los líderes de Egipto y Jordania. Además, Rice se ha visto obligada a mediar... entre los líderes de los partidos políticos miembros de la coalición gubernamental israelí, en la que dos partidos de derecha, Israel Beitenu y Shas, se oponen categóricamente a que se discutan en la conferencia los temas claves, amenazando derribar el gobierno si Olmert acepta discutirlos en Annapolis. Rice, en una acción inusual, se reunió con los líderes de estos partidos intentando convencerles de apoyar su gestión.

En lo que fue interpretado como una advertencia al gobierno israelí, Rice declaró a su llegada que ``es hora de establecer un Estado palestino''. Ello es considerado por la diplomacia de su país crucial para el futuro, no solamente de israelíes y palestinos, sino también para todo Oriente Medio y, consecuentemente, para los intereses norteamericanos.

La Secretaria de Estado reiteró una y otra vez que el documento conjunto ``deberá ser serio, sustancial y concreto''. Algunos de sus colaboradores incluso comentaron que Rice había urgido al gobierno israelí a abstenerse de nuevas medidas unilaterales ``que puedan crear dificultades a EEUU''. Rice intenta persuadir a Olmert de que el documento incluya los principios del acuerdo permanente ofreciendo un ``horizonte político'' a los palestinos. Olmert, atenazado por los opositores en su propia coalición que podrían abandonar su gobierno, colapsándolo, intenta reducir al máximo posible el precio que está dispuesto a pagar en Annapolis.

Los palestinos exigen una declaración conjunta que aborde claramente los temas más espinosos del conflicto, como el estatuto de Jerusalén, la delineación de las fronteras (exigiendo el desmantelamiento de los asentamientos israelíes de los territorios de Cisjordania) y el problema de los refugiados palestinos. En contraste, Israel exige un documento ambiguo, ``que sirva de base para el relanzamiento del proceso negociador entre las partes a continuación de la conferencia de paz''.

La tarea de crear cierto consenso sobre la conferencia parece, por el momento, misión imposible. Los analistas israelíes se muestran pesimistas a cerca de las perspectivas de lograr un avance sustantivo. Uno de ellos augura incluso que la secretaria de Estado podría sumarse tarde o temprano a la larga lista de altos funcionarios norteamericanos que visitaron esta parte del mundo, se zambulleron en sus aguas y casi se ahogaron. ``Si Rice no logra un documento consensuado, es preferible que no envíe las invitaciones a Annapolis'', le recomienda un columnista israelí.

Líderes de países árabes, profundamente descontentos con el manejo de la crisis de Irak por parte de Bush (entre ellos algunos de los más cercanos aliados de EEUU), han criticado la conferencia, que consideran una mal calculada photo oportunity de la Administración del presidente George W. Bush.

El presidente Bush trata desesperadamente de reparar su maltrecha imagen en Oriente Medio, escribe Mustafa Alani, analista del Gulf Research Center de los Emiratos Arabes Unidos: ``No se trata de un esfuerzo para ayudar a los palestinos, sino de un intento de propulsar la menguada posición de la administración en el mundo árabe''. Randa Habib, analista político jordano, considera que las capitales árabes y Washington hablan aparentemente unos a los otros desde realidades paralelas.
Olmert, con la herida abierta de la Guerra del Líbano, entre una investigación policial y otra y Abás sumido en una compleja situación política interna que difícilmente le permita adoptar decisiones a largo plazo y mucho menos implementarlas, no parecen estar hoy en condiciones de lograr un acuerdo por propia cuenta.

¿Crónica de un fiasco anunciado? Sin una implicación enérgica y una mediación activa de la Administración de Bush es dudoso que pueda lograrse que las partes otorguen las concesiones que permitan un acuerdo. Las concesiones que cada una de las partes está dispuesta a ofrecer están demasiado lejos de lo que la otra parte está dispuesta a aceptar y ``vender'' a su opinión pública. Bush tiene en sus manos zanahorias para el bando flexible y palos pare el rebelde, escribe un analista israelí. Un fracaso podría acelerar la dinámica política negativa en la región.

La visita de Rice a la región ha sido una de las más importantes en su mandato como secretaria de Estado. ¿Pero logrará que Bush se decida, de una vez por todas, a involucrarse con la sinceridad y la voluntad política necesarias para cortar este nudo gordiano? El presidente acaba de comentar que la ``conferencia será un evento muy simpático''. Pero con eventos muy simpáticos no se llega a ninguna parte.
Sólo es de esperar que Bush no quiera agregar a su colorida colección de fracasos en Oriente Medio otro más. Mucho tiempo ya no le queda para evitarlo.
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* Primer embajador de Israel en España y ante la Santa Sede. Asesor del Centro Peres para la Paz.
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Aurora - Israel/19/10/2007

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