La pregunta no es si quieren sino si pueden
Por Avi Mor
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Peres y Olmert buscan llegar a un marco de acuerdo definitivo
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Todo ha retornado a Gaza, desde la electricidad que se había cortado, hasta las ejecuciones de terroristas que se habían interrumpido. Durante los últimos días, probablemente con muchos más bríos que antes, Israel actúa frente a los palestinos como quien enfrenta a dos países o entidades diferentes y opuestas. El Dr. Jekyll mira hacia el Este y muestra su amabilidad de gentleman a los palestinos de Cisjordania gobernados por Mahmud Abás (Abu Mazen). Mr. Hyde, en cambio, se ocupa de Gaza y su Gobierno de Hamás, y cada vez golpea más duro y más preciso.
Los dos Gobiernos que en Israel se ocupan del proceso de paz frente a Abu Mazen, uno en la oficina del primer ministro, Ehud Olmert, y otro en la residencia del presidente, Shimon Peres, han elaborado programas casi simultáneos, diferentes pero con un mismo objetivo común: premiar la labor del presidente palestino, de manera que pueda esgrimir logros auténticos ante la ciudadanía, mientras que los que no están dispuestos al diálogo, a la renuncia a la violencia, al compromiso -en resumen: Hamás en Gaza- quedan sumidos en la oscuridad y en la pobreza.
Peres mantiene encuentros y contactos con las más altas personalidades de todo el mundo, incluidos los palestinos. Gracias a una entrevista concedida a la red Al Jaseera, la ciudadanía israelí se enteró de su encuentro con el primer ministro palestino Salam Fayad, un par de semanas antes. Poco después, esta vez gracias a su comparición ante los medios de prensa debido a su encuentro con el presidente de la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa, René van der Linden, Peres anunció que tenía intención de encontrarse con Abu Mazen.
``Está claro que un encuentro de esas características tiene un amplio significado político, y por lo tanto se hará en coordinación absoluta con la Oficina del Primer Ministro'', dijo Peres a los medios de prensa que se interesaron por los detalles.
Pero todo lo que en los aspectos del diálogo puede ser criticable, especialmente por la oposición de la derecha, debido a que el presidente del Estado no debería incurrir en actos que implican una postura política en disputa, deja de serlo cuando se pasa a la otra parte del asunto palestino, es decir, el aislamiento de Gaza: allí reina el consenso.
De manera que Peres trató de explicar a Van der Linden que es Hamás quien en realidad se aísla a sí mismo porque ``No quiere la paz y sigue disparando y aplicando el terrorismo contra Israel, no respeta los acuerdos previos y no reconoce a Israel. Europa no puede quedar pasiva y apoyar a esa organización, siendo que Israel evacuó todo el territorio de la Franja de Gaza pero los disparos de cohetes contra territorio israelí continúan''.
Los esfuerzos de Olmert
Pese a los peligros de encontrarse de repente con un programa ya elaborado y firmado casi sin darse cuenta, Olmert saca provecho de la presencia de Peres en la residencia presidencial. Todas las visitas del mundo entero quieren agregar a sus agendas una visita ``protocolar'' al presidente, y éste no escatima esfuerzos por avanzar en sus esfuerzos de lograr un acuerdo, lo que por lo general deriva en una excelente disertación que hace la defensa de la causa israelí mejor que cualquier maquinaria profesional.
Según Peres, Olmert y Abás intentan alcanzar un acuerdo de principios antes de la Conferencia sobre Oriente Medio prevista para el otoño y estudian las vías de llegar a un acuerdo- marco para el establecimiento de un Estado palestino.
Eso es lo que le habría comunicado el presidente al enviado especial de la ONU para Oriente Medio, Michael Williams, a quien aseveró que Olmert y Abu Mazen tratarán de ultimar los detalles del acuerdo antes de que en noviembre se celebre la Conferencia Internacional auspiciada por Estados Unidos.
El primer ministro está abocado a la búsqueda de una fórmula que permita delinear el acuerdo definitivo, de manera que éste sirva políticamente a ambos mandatarios. La especulación es que con un acuerdo de ese tipo Abás podrá convocar a elecciones y ganarlas, al tiempo que Olmert podría recuperar parcialmente su popularidad y, en todo caso, asegurar su gestión hasta el final al frente de la coalición de Gobierno.
Los allegados al primer ministro preparan meticulosamente los detalles para el próximo encuentro con Abu Mazen, en el cual continuarán buscando las fórmulas que compongan las soluciones a los problemas centrales: fronteras, refugiados, Jerusalén, cooperación, etc.
Sin embargo, los problemas serios no son los de encontrar las fórmulas en el papel, por complicados que éstos sean. Porque la verdad es que en el lado israelí nadie sabe a ciencia cierta cuánta legitimidad tiene el Gobierno de Abás en la ciudadanía palestina, y por lo tanto su capacidad para gobernar e implantar los términos del acuerdo que se obtenga, cualquiera éste sea.
Algo similar ocurre en el lado palestino, donde hay quienes temen llegar a acuerdos que impliquen renuncias, pero que después no puedan ser ratificados por Olmert, cuyo Gobierno parece endeble para los palestinos y no sólo debido a los sondeos de opinión en los cuales su popularidad tiende a cero.
Es evidente que Israel Beitenu de Avigdor Liberman no apoyará un acuerdo que incluya grandes retiradas de Cisjordania, y las declaraciones adjudicadas recientemente a Ehud Barak en contra de retiradas de dicho territorio hasta tener un sistema de defensa sofisticado, hace pensar que el apoyo laborista no es automático, en cuyo caso tampoco Shas votaría a favor.
Hamás espera
En ese clima de mutua desconfianza en la capacidad del interlocutor de llevar a cabo lo pactado -los palestinos no olvidan que hasta el día de hoy ni el Gobierno de Olmert ni el anterior de Ariel Sharón han sido capaces de remover uno solo de los enclaves ilegales en Judea y Samaria, pese a haberlo prometido a Estados Unidos- Hamás continúa su gestión en Gaza y espera pacientemente una legitimidad que está convencido que habrá de llegar en algún momento.
El mismo problema por el cual la legitimidad de Abu Mazen decrece, es el que hace crecer la de Hamás. El problema del presidente es que a medida que dialoga con Israel y combate el terrorismo, es percibido como colaboracionista. Hamás no deja de atacarlo en ese sentido precisamente, y es por eso que ante el ataque israelí que logró ejecutar a una célula de Hamás que acababa de disparar morteros, no hubo titubeos ni desmentidos: Hamás asumió que los mártires eran efectivos suyos y reivindicó para sí el hecho de participar en la lucha armada.
De manera que mientras Abu Mazen gana adeptos en la arena internacional, Hamás y Haníe buscan hacerlo dentro de la propia opinión pública palestina, presentándose como héroes y señalando a los otros como colaboracionistas. En Hamás están convencidos que a mediano plazo el triunfo será de ellos. Sólo hay que esperar.
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Los dos Gobiernos que en Israel se ocupan del proceso de paz frente a Abu Mazen, uno en la oficina del primer ministro, Ehud Olmert, y otro en la residencia del presidente, Shimon Peres, han elaborado programas casi simultáneos, diferentes pero con un mismo objetivo común: premiar la labor del presidente palestino, de manera que pueda esgrimir logros auténticos ante la ciudadanía, mientras que los que no están dispuestos al diálogo, a la renuncia a la violencia, al compromiso -en resumen: Hamás en Gaza- quedan sumidos en la oscuridad y en la pobreza.
Peres mantiene encuentros y contactos con las más altas personalidades de todo el mundo, incluidos los palestinos. Gracias a una entrevista concedida a la red Al Jaseera, la ciudadanía israelí se enteró de su encuentro con el primer ministro palestino Salam Fayad, un par de semanas antes. Poco después, esta vez gracias a su comparición ante los medios de prensa debido a su encuentro con el presidente de la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa, René van der Linden, Peres anunció que tenía intención de encontrarse con Abu Mazen.
``Está claro que un encuentro de esas características tiene un amplio significado político, y por lo tanto se hará en coordinación absoluta con la Oficina del Primer Ministro'', dijo Peres a los medios de prensa que se interesaron por los detalles.
Pero todo lo que en los aspectos del diálogo puede ser criticable, especialmente por la oposición de la derecha, debido a que el presidente del Estado no debería incurrir en actos que implican una postura política en disputa, deja de serlo cuando se pasa a la otra parte del asunto palestino, es decir, el aislamiento de Gaza: allí reina el consenso.
De manera que Peres trató de explicar a Van der Linden que es Hamás quien en realidad se aísla a sí mismo porque ``No quiere la paz y sigue disparando y aplicando el terrorismo contra Israel, no respeta los acuerdos previos y no reconoce a Israel. Europa no puede quedar pasiva y apoyar a esa organización, siendo que Israel evacuó todo el territorio de la Franja de Gaza pero los disparos de cohetes contra territorio israelí continúan''.
Los esfuerzos de Olmert
Pese a los peligros de encontrarse de repente con un programa ya elaborado y firmado casi sin darse cuenta, Olmert saca provecho de la presencia de Peres en la residencia presidencial. Todas las visitas del mundo entero quieren agregar a sus agendas una visita ``protocolar'' al presidente, y éste no escatima esfuerzos por avanzar en sus esfuerzos de lograr un acuerdo, lo que por lo general deriva en una excelente disertación que hace la defensa de la causa israelí mejor que cualquier maquinaria profesional.
Según Peres, Olmert y Abás intentan alcanzar un acuerdo de principios antes de la Conferencia sobre Oriente Medio prevista para el otoño y estudian las vías de llegar a un acuerdo- marco para el establecimiento de un Estado palestino.
Eso es lo que le habría comunicado el presidente al enviado especial de la ONU para Oriente Medio, Michael Williams, a quien aseveró que Olmert y Abu Mazen tratarán de ultimar los detalles del acuerdo antes de que en noviembre se celebre la Conferencia Internacional auspiciada por Estados Unidos.
El primer ministro está abocado a la búsqueda de una fórmula que permita delinear el acuerdo definitivo, de manera que éste sirva políticamente a ambos mandatarios. La especulación es que con un acuerdo de ese tipo Abás podrá convocar a elecciones y ganarlas, al tiempo que Olmert podría recuperar parcialmente su popularidad y, en todo caso, asegurar su gestión hasta el final al frente de la coalición de Gobierno.
Los allegados al primer ministro preparan meticulosamente los detalles para el próximo encuentro con Abu Mazen, en el cual continuarán buscando las fórmulas que compongan las soluciones a los problemas centrales: fronteras, refugiados, Jerusalén, cooperación, etc.
Sin embargo, los problemas serios no son los de encontrar las fórmulas en el papel, por complicados que éstos sean. Porque la verdad es que en el lado israelí nadie sabe a ciencia cierta cuánta legitimidad tiene el Gobierno de Abás en la ciudadanía palestina, y por lo tanto su capacidad para gobernar e implantar los términos del acuerdo que se obtenga, cualquiera éste sea.
Algo similar ocurre en el lado palestino, donde hay quienes temen llegar a acuerdos que impliquen renuncias, pero que después no puedan ser ratificados por Olmert, cuyo Gobierno parece endeble para los palestinos y no sólo debido a los sondeos de opinión en los cuales su popularidad tiende a cero.
Es evidente que Israel Beitenu de Avigdor Liberman no apoyará un acuerdo que incluya grandes retiradas de Cisjordania, y las declaraciones adjudicadas recientemente a Ehud Barak en contra de retiradas de dicho territorio hasta tener un sistema de defensa sofisticado, hace pensar que el apoyo laborista no es automático, en cuyo caso tampoco Shas votaría a favor.
Hamás espera
En ese clima de mutua desconfianza en la capacidad del interlocutor de llevar a cabo lo pactado -los palestinos no olvidan que hasta el día de hoy ni el Gobierno de Olmert ni el anterior de Ariel Sharón han sido capaces de remover uno solo de los enclaves ilegales en Judea y Samaria, pese a haberlo prometido a Estados Unidos- Hamás continúa su gestión en Gaza y espera pacientemente una legitimidad que está convencido que habrá de llegar en algún momento.
El mismo problema por el cual la legitimidad de Abu Mazen decrece, es el que hace crecer la de Hamás. El problema del presidente es que a medida que dialoga con Israel y combate el terrorismo, es percibido como colaboracionista. Hamás no deja de atacarlo en ese sentido precisamente, y es por eso que ante el ataque israelí que logró ejecutar a una célula de Hamás que acababa de disparar morteros, no hubo titubeos ni desmentidos: Hamás asumió que los mártires eran efectivos suyos y reivindicó para sí el hecho de participar en la lucha armada.
De manera que mientras Abu Mazen gana adeptos en la arena internacional, Hamás y Haníe buscan hacerlo dentro de la propia opinión pública palestina, presentándose como héroes y señalando a los otros como colaboracionistas. En Hamás están convencidos que a mediano plazo el triunfo será de ellos. Sólo hay que esperar.
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Aurora - Israel/23/08/2007
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