Libia: las relaciones con sus vecinos orientales
A partir del 1 de enero de 2008, Libia volverá, tras treinta años, a formar parte del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. Este hecho simboliza la rehabilitación del ex estado “canalla” liderado por el coronel Gaddafi, dándole la oportunidad de jugar en el futuro un rol mayor en la política regional, coincidiendo con los recientes desarrollos en el área de Oriente Medio.
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Anita Boselli
Anita Boselli
Es del pasado 16 de octubre la noticia de que Libia volverá a formar parte de las cinco naciones elegidas en la Asamblea General de las Naciones Unidas. Ocupará el puesto de uno de los países miembros no-permanentes dentro del Consejo de Seguridad. Libia resultó elegida junto a Burkina Faso, Costa Rica, Croacia y Vietnam, iniciando su mandato bienal el 1 de enero de 2008. La lucha para acceder al puesto es generalmente intensa, convirtiéndose en una verdadera “campaña electoral” desarrollada en las capitales transoceánicas y en los pasillos de las Naciones Unidas meses antes de la votación.La elección de Libia, que ya causó sensación en sí, resulta aún más impactante si se tiene en cuenta que se obtuvo en primera votación, sin necesidad de un segundo recuento, con 178 votos a favor. Libia fue apoyada por los países africanos, pero no habría podido obtener el escaño, como no lo obtuvo en 1977, si Estados Unidos no se hubiera abstenido de oponerse a su candidatura, tal y como ocurrió en 1995 y 2003. La decisión estadounidense de aceptar, no obstaculizando esta vez la candidatura de Libia, encuentra explicación en la dirección emprendida por el líder libio, Muammar al-Gaddafi. El coronel, de hecho, desde hace tres años lleva a cabo una política de rehabilitación del papel internacional del país, iniciada con el abandono voluntario de su programa nuclear clandestino, reforzada con la decisión de colaborar en la lucha contra el terrorismo internacional, proponiéndose como mediador en un contexto regional sensible. La elección de Libia en el Consejo de Seguridad confirma la rehabilitación de la Jamahiriya, sentándola en la mesa de los quince países miembros que desempeñan un papel central en las Naciones Unidas, detentando el poder de adoptar resoluciones vinculantes, imponer sanciones y enviar misiones de paz en las áreas críticas del mundo. La Liga Árabe felicitó al Gobierno libio, declarando su confianza en la diplomacia y la capacidad de esta última para proteger los intereses de los países árabes. La nueva posición que Libia desempeñará en el Consejo de Seguridad le dará la posibilidad de ejercer una mayor influencia con respecto a la que tendría en la Asamblea General en aquellas cuestiones concernientes no sólo a los países pertenecientes a la Liga Árabe.
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Las delicadas relaciones con sus vecinos del Mediterráneo oriental
Libia se sitúa en una zona particularmente sensible dentro del escenario internacional, donde se cruzan dinámicas particularmente delicadas. El coronel Gaddafi ha desarrollado desde 1969 la política exterior libia, adaptándola a las exigencias que han impuesto las radicales transformaciones del escenario internacional a lo largo de los años. Gaddafi y Libia han jugado un papel importante en la definición de los equilibrios del Mediterráneo, a pesar de los largos años de aislamiento por parte de las potencias occidentales y que han terminado recientemente, además de las llamadas del coronel a la unidad árabe y, más recientemente, en sus incitaciones a la unidad panafricana (en clave anti-occidental).Libia comparte con sus vecinos similitudes y diferencias que se sobreponen convirtiendo el marco de relaciones en algo particularmente difícil con los países con los que comparte el Mediterráneo Oriental (en particular con Egipto, Israel, Líbano, Siria y Turquía). De hecho, en el cuadro de relaciones con estos países también hay que incluir otros, como Estados Unidos, Irak y la Unión Europea. Esta última mantiene relaciones con todos los países vecinos de Libia ya nombrados, pero no con la propia Libia, con la que ha comenzado a tener encuentros relativos a la unidad euromediterránea en calidad de observador, a pesar de mantener relaciones comerciales con muchos de los Estados Miembros. Las relaciones entre Egipto y Libia son buenas. Los dos países comparten intereses y problemas. Entre estos se incluye la estabilidad de un país vecino, Sudán, en cuyo proceso de paz Libia se vio envuelta de manera directa, ya que alojará el 27 de octubre las reuniones sobre la dramática situación de la región de Darfur. Entre los problemas de diversa entidad que los dos países comparten se encuentra la lucha contra el terrorismo. Ambos países apoyan a Estados Unidos en la guerra contra las organizaciones terroristas, en cuyas miras se encuentra siempre Egipto. En cuanto al conflicto árabe-israelí, otro problema fundamental en la política de la zona, Egipto jugó un papel clave. Este hecho provoca graves roces con otros países árabes, entre ellos Libia, cuya posición en el conflicto con Israel ha sido siempre intransigente. Libia, de hecho, es uno de los países que no reconoce al Estado de Israel y por tanto, no mantiene relaciones diplomáticas oficiales con este. El coronel Gaddafi no escatima en realizar declaraciones duras en relación con Israel, aunque no preocupa al resto de la comunidad internacional ya que la nueva fase, recién estrenada, de relaciones amigables con Estados Unidos mitigan los comentarios del histriónico líder libio. Dado los estrechos vínculos históricos y culturales que unen a Siria y Líbano, el tono de las relaciones de Libia con estos dos países es más o menos el mismo. Ambos, de hecho, mantienen relaciones amigables con los Estados pertenecientes a la Liga Árabe, a pesar de las tensiones, sobre todo con Egipto y Libia. El mayor motivo de tensión suele ser el de la cuestión palestina y los roces con el Estado de Israel, cuyas fluctuaciones han afectado al equilibrio de la zona. El cambio de estrategia de Gaddafi en materia de armamento no convencionales ha llevado a Libia a suspender desde el 2004 el comercio de armamento con los países con los que traficaba ilegalmente, entre los cuales se incluía a Siria. También hay que tener en consideración las relaciones entre Turquía y Libia. Turquía es uno de los países que mantiene vínculos estrechos con Europa y Estados Unidos. Libia mantiene con ambos relaciones comerciales y no ha sufrido grandes confrontaciones, a pesar de que sus posiciones son diametralmente opuestas en determinadas cuestiones, principalmente el apoyo a Israel: ambos están considerados como los países más occidentales del área, laicos pero con una fuerte connotación religiosa, ambos aliados de Estados Unidos y étnica y lingüísticamente aislados. Los recientes cambios que el líder libio ha introducido en su propia política exterior, junto a algunos factores relativos a las relaciones turco-estadounidenses, podrían influir en las relaciones entre los dos países. El pasado miércoles 10 de octubre la House of Foreign Affairs Committee del Congreso de Estados Unidos aprobó una resolución que avanza hacia un reconocimiento estadounidense del genocidio armenio perpetrado por los turcos durante la Primera Guerra Mundial. El genocidio siempre ha sido negado por las autoridades turcas, y un reconocimiento por parte de su aliado transoceánico constituye un duro golpe a las relaciones entre los dos países. Turquía, de hecho, reaccionó inmediatamente declarando inaceptable la resolución americana y declarando por su parte, que en el caso en que se llegue al definitivo reconocimiento, podrían surgir serios problemas en las relaciones entre ambos. El riesgo existente para EE. UU. es el de comprometer la relación con un aliado clave dentro de la OTAN y en la lucha contra el terrorismo, corriendo el riesgo de perder el uso de las bases aéreas en suelo turco, necesarias para el abastecimiento de las tropas norteamericanas en Irak. Turquía, de hecho, ha aprovechado la crisis para introducirse sin permiso en la zona controlada por los kurdos en el Norte de Irak a pesar de la petición estadounidense de no llevarlo a cabo. Por tanto, un debilitamiento de los vínculos entre Turquía y EE. UU. podría traducirse en un posterior refuerzo de las relaciones con Libia, vista su buena conducta y el papel que pronto desarrollará en el Consejo de Seguridad.
Las delicadas relaciones con sus vecinos del Mediterráneo oriental
Libia se sitúa en una zona particularmente sensible dentro del escenario internacional, donde se cruzan dinámicas particularmente delicadas. El coronel Gaddafi ha desarrollado desde 1969 la política exterior libia, adaptándola a las exigencias que han impuesto las radicales transformaciones del escenario internacional a lo largo de los años. Gaddafi y Libia han jugado un papel importante en la definición de los equilibrios del Mediterráneo, a pesar de los largos años de aislamiento por parte de las potencias occidentales y que han terminado recientemente, además de las llamadas del coronel a la unidad árabe y, más recientemente, en sus incitaciones a la unidad panafricana (en clave anti-occidental).Libia comparte con sus vecinos similitudes y diferencias que se sobreponen convirtiendo el marco de relaciones en algo particularmente difícil con los países con los que comparte el Mediterráneo Oriental (en particular con Egipto, Israel, Líbano, Siria y Turquía). De hecho, en el cuadro de relaciones con estos países también hay que incluir otros, como Estados Unidos, Irak y la Unión Europea. Esta última mantiene relaciones con todos los países vecinos de Libia ya nombrados, pero no con la propia Libia, con la que ha comenzado a tener encuentros relativos a la unidad euromediterránea en calidad de observador, a pesar de mantener relaciones comerciales con muchos de los Estados Miembros. Las relaciones entre Egipto y Libia son buenas. Los dos países comparten intereses y problemas. Entre estos se incluye la estabilidad de un país vecino, Sudán, en cuyo proceso de paz Libia se vio envuelta de manera directa, ya que alojará el 27 de octubre las reuniones sobre la dramática situación de la región de Darfur. Entre los problemas de diversa entidad que los dos países comparten se encuentra la lucha contra el terrorismo. Ambos países apoyan a Estados Unidos en la guerra contra las organizaciones terroristas, en cuyas miras se encuentra siempre Egipto. En cuanto al conflicto árabe-israelí, otro problema fundamental en la política de la zona, Egipto jugó un papel clave. Este hecho provoca graves roces con otros países árabes, entre ellos Libia, cuya posición en el conflicto con Israel ha sido siempre intransigente. Libia, de hecho, es uno de los países que no reconoce al Estado de Israel y por tanto, no mantiene relaciones diplomáticas oficiales con este. El coronel Gaddafi no escatima en realizar declaraciones duras en relación con Israel, aunque no preocupa al resto de la comunidad internacional ya que la nueva fase, recién estrenada, de relaciones amigables con Estados Unidos mitigan los comentarios del histriónico líder libio. Dado los estrechos vínculos históricos y culturales que unen a Siria y Líbano, el tono de las relaciones de Libia con estos dos países es más o menos el mismo. Ambos, de hecho, mantienen relaciones amigables con los Estados pertenecientes a la Liga Árabe, a pesar de las tensiones, sobre todo con Egipto y Libia. El mayor motivo de tensión suele ser el de la cuestión palestina y los roces con el Estado de Israel, cuyas fluctuaciones han afectado al equilibrio de la zona. El cambio de estrategia de Gaddafi en materia de armamento no convencionales ha llevado a Libia a suspender desde el 2004 el comercio de armamento con los países con los que traficaba ilegalmente, entre los cuales se incluía a Siria. También hay que tener en consideración las relaciones entre Turquía y Libia. Turquía es uno de los países que mantiene vínculos estrechos con Europa y Estados Unidos. Libia mantiene con ambos relaciones comerciales y no ha sufrido grandes confrontaciones, a pesar de que sus posiciones son diametralmente opuestas en determinadas cuestiones, principalmente el apoyo a Israel: ambos están considerados como los países más occidentales del área, laicos pero con una fuerte connotación religiosa, ambos aliados de Estados Unidos y étnica y lingüísticamente aislados. Los recientes cambios que el líder libio ha introducido en su propia política exterior, junto a algunos factores relativos a las relaciones turco-estadounidenses, podrían influir en las relaciones entre los dos países. El pasado miércoles 10 de octubre la House of Foreign Affairs Committee del Congreso de Estados Unidos aprobó una resolución que avanza hacia un reconocimiento estadounidense del genocidio armenio perpetrado por los turcos durante la Primera Guerra Mundial. El genocidio siempre ha sido negado por las autoridades turcas, y un reconocimiento por parte de su aliado transoceánico constituye un duro golpe a las relaciones entre los dos países. Turquía, de hecho, reaccionó inmediatamente declarando inaceptable la resolución americana y declarando por su parte, que en el caso en que se llegue al definitivo reconocimiento, podrían surgir serios problemas en las relaciones entre ambos. El riesgo existente para EE. UU. es el de comprometer la relación con un aliado clave dentro de la OTAN y en la lucha contra el terrorismo, corriendo el riesgo de perder el uso de las bases aéreas en suelo turco, necesarias para el abastecimiento de las tropas norteamericanas en Irak. Turquía, de hecho, ha aprovechado la crisis para introducirse sin permiso en la zona controlada por los kurdos en el Norte de Irak a pesar de la petición estadounidense de no llevarlo a cabo. Por tanto, un debilitamiento de los vínculos entre Turquía y EE. UU. podría traducirse en un posterior refuerzo de las relaciones con Libia, vista su buena conducta y el papel que pronto desarrollará en el Consejo de Seguridad.
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Conclusiones
Libia parece salir del aislamiento en el que se encontraba, gracias a los esfuerzos realizados por su líder en los últimos cuatro años. Gaddafi ha dado un impulso para mejorar la imagen de su país en el escenario internacional, sobre todo gracias a golpes de efecto como el abandono del programa de armamento no convencional y el saneamiento de las relaciones con Estados Unidos, culminado el pasado año con la vuelta a unas relaciones diplomáticas plenas. Su peso como punto de referencia a nivel regional está destinado a beneficiar estos cambios y desde el próximo enero su presencia en el Consejo de Seguridad podría convertirlo en un negociador de cierta relevancia. Este empeño es el que también mueve la celebración en su territorio de reuniones negociadoras sobre Darfur. Sus débiles pero estables relaciones con sus vecinos orientales podrían revelarse como una base sorprendentemente sólida sobre la que apoyarse, convirtiéndose en elemento estabilizador para las tensiones de la zona. Esta posibilidad podría revelarse por ejemplo, ante un eventual empeoramiento de las relaciones entre Turquía y Estados Unidos.
Conclusiones
Libia parece salir del aislamiento en el que se encontraba, gracias a los esfuerzos realizados por su líder en los últimos cuatro años. Gaddafi ha dado un impulso para mejorar la imagen de su país en el escenario internacional, sobre todo gracias a golpes de efecto como el abandono del programa de armamento no convencional y el saneamiento de las relaciones con Estados Unidos, culminado el pasado año con la vuelta a unas relaciones diplomáticas plenas. Su peso como punto de referencia a nivel regional está destinado a beneficiar estos cambios y desde el próximo enero su presencia en el Consejo de Seguridad podría convertirlo en un negociador de cierta relevancia. Este empeño es el que también mueve la celebración en su territorio de reuniones negociadoras sobre Darfur. Sus débiles pero estables relaciones con sus vecinos orientales podrían revelarse como una base sorprendentemente sólida sobre la que apoyarse, convirtiéndose en elemento estabilizador para las tensiones de la zona. Esta posibilidad podría revelarse por ejemplo, ante un eventual empeoramiento de las relaciones entre Turquía y Estados Unidos.
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Traducción de Diana Quintero
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Equilibri.net - Italy/26/10/2007
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