5/10/07

Optimistas, pero no ingenuos

El Movimiento Boliviano por la Soberanía y la Integración Solidaria de los Pueblos frente a las a las negociaciones del acuerdo CAN-UE.
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Miguel Lora Fuentes
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El movimiento popular boliviano observa optimista el inicio de las negociaciones del Acuerdo de Asociación entre la Comunidad Andina de Naciones (CAN) y la Unión Europea (UE). La sociedad está más informada y mejor organizada que en el pasado, y tiene el apoyo de una amplia red internacional de activistas que vigila las charlas, con capacidad de incidir en ciertos sectores políticos y en la opinión pública europea. El gobierno de Evo Morales ha dicho que no negociará un tratado de libre comercio convencional y que tampoco tomará decisiones a espaldas de la sociedad civil. Con todo, aparecen algunos nubarrones en el horizonte que las organizaciones sociales no pierden de vista.
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Las organizaciones que integran el Movimiento Boliviano por la Soberanía y la Integración Solidaria de los Pueblos – Contra el TLC y el ALCA impidieron que los gobiernos del pasado negocien un TLC con Estados Unidos pese a su reducida influencia política y al cerco mediático. Fueron capaces de detener el ALCA en alianza con otros movimientos latinoamericanos en una coyuntura política menos favorable que la actual. Podría decirse que hoy las condiciones son óptimas para derrotar cualquier propuesta de integración comercial que pretenda profundizar el capitalismo. Son responsables directos de la política comercial del Estado boliviano ex integrantes del Movimiento Boliviano, quienes comenzaron a traducir en políticas estatales concretas los planteamientos construidos en varios años de lucha. Bolivia ha sido el primer país del mundo en denunciar la Convención del CIADI, formalizó en la OMC su decisión de excluir el agua de las negociaciones internacionales y se apresta a renegociar 22 Tratados Bilaterales de Inversiones. Simultáneamente, la lucha del Movimiento Boliviano, que en principio fue solitaria, trasciende las fronteras y confluye en una corriente internacional consolidada en cuatro países. Se abren perspectivas que hace apenas dos años eran impensables. Las propuestas de integración anticapitalistas como la Alternativa Bolivariana para las Américas (ALBA) y el Tratado de Comercio de los Pueblos (TCP) es el paraguas ideológico que multiplica por cien las potencialidades creativas de un movimiento popular convencido de que “otra América posible” ya no es sólo una consigna. No hay que temer a lo que viene adelante, el Movimiento Boliviano sabe muy bien lo que quiere, se hace sentir y pisa fuerte, accede a diferentes ámbitos del gobierno, tiene la certeza de que puede influir en la política, y cuenta con el apoyo de valiosos aliados en el exterior, reflexiona Ernesto Vásquez, dirigente de la Confederación de Trabajadores en Salud. Sin duda, la situación es inmejorable, aunque no hay que menoscabar los obstáculos; entendamos las potencialidades del Movimiento en su real dimensión, observa Zacarías Calatayud, presidente de la Coordinadora de Integración de Organizaciones Económicas Campesinas de Bolivia (CIOEC-Bolivia). Nubarrones a la vista
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Bolivia es una de las cuatro voces en la CAN
La Decisión 667 permite a los países miembros de la CAN negociar distintos grados de liberalización comercial y adoptar diferentes compromisos con la UE. Bolivia anunció que no asumirá compromisos en cuatro de las 14 mesas de negociación que constituyen el corazón del TLC europeo: compras estatales, inversiones y servicios, propiedad intelectual y políticas de competencia. El gobierno de Bolivia actúa casi en solitario, respaldado ocasionalmente por el gobierno ecuatoriano que aún dubita, frente a sus pares de Colombia y Perú partidarios de firmar un TLC corriente. Sólo si Venezuela vuelve a la CAN, como lo anunció, podría resolverse en empate. La UE advirtió desde un principio que no negociará acuerdos bilaterales sino de bloque a bloque; no se ha comprometido por escrito a respetar la Decisión 667 de la CAN. Los negociadores del viejo mundo asisten a la negociación con un mandato claro: hacer de Europa un continente más competitivo frente a Estados Unidos, liberalizando el comercio, es decir abriendo mercados y consolidando las fuentes de materias primas para sus transnacionales. Tarde o temprano el gobierno boliviano chocará frontalmente con las aspiraciones europeas e incluso andinas, y será el centro de una enorme presión ejercida por la derecha si eventualmente decide romper negociaciones. El Movimiento Boliviano debe estar listo para ese momento con una batería de argumentos que demuestren, por ejemplo, que el Acuerdo de Asociación no otorga al país más ventajas de las que ya goza a través de otros acuerdos internacionales como el Sistema Generalizado de Preferencias (SGP). 2. Sólo Bolivia admite la participación social El Movimiento Boliviano enfatizó que no se conformará con “recibir información” de las negociaciones sino que exigirá participación real. Los movimientos sociales podrían interactuar con los negociadores en tres escenarios: en Bolivia, en la CAN y en las mismas negociaciones CAN-UE. Se ha formalizado la participación social en el primer escenario, pero no es seguro que ocurra lo mismo en los otros dos. Con el apoyo del gobierno boliviano, las organizaciones sociales andinas planean influir en la CAN a través del Consejo Laboral Andino, la Mesa Indígena y la Mesa de Defensa del Consumidor, y también buscan una representación oficial en el “cuarto de al lado” durante las negociaciones biregionales. Colombia, Perú y la Unión Europea no comparten con esa posición y proponen hacer participar a la gente en “seminarios informativos”.
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Falencias en el equipo negociador boliviano
Los miembros del Movimiento que participaron en la Primera Jornada de Consulta con la sociedad civil organizada por el Poder Ejecutivo evidenciaron que los negociadores del gobierno son jóvenes “escolásticos” muy poco comprometidos con el proceso de cambio y con la nueva política exterior. Según los asistentes, fue decepcionante el papel que cumplieron estos negociadores en la histórica jornada de reflexión. Dejaron en evidencia que carecen de identidad y no creen en el proceso. Pareciera que van a la negociación “resignados a perder”. Intentan sintonizar con la nueva política repitiendo a cada minuto consigna del “vivir bien”, sin entender realmente su contenido político-filosófico.
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Falta trabajo en las bases
En las conclusiones principales del V Encuentro Nacional del Movimiento Boliviano celebrado en La Paz el 8 y 9 de septiembre se reconoció la insostenibilidad social y ambiental del modelo de desarrollo capitalista, y se propuso replantear el concepto occidental del desarrollo basado en el consumo, la apertura del comercio y el aumento de las inversiones. Se reivindicó el valor del ayni –y no la competencia capitalista– como motor de las relaciones humanas. La mayoría de la gente no quiere un tratado de libre comercio con Europa, pero esa posición, de alguna forma, ya ha sido superada desde que Bolivia entró formalmente a la negociación y ahora algunos sectores, como las productoras de Inquisivi, exigen tecnología y apoyo estatal para exportar a Europa. En el V Encuentro se habló de la importancia del mercado interno como condición para alcanzar la soberanía política y alimentaria. Los líderes campesinos del Movimiento pidieron privilegiar el mercado nacional, es decir satisfacer las necesidades locales y solo exportar la producción sobrante; alimentar con productos ecológicos a los bolivianos y no vender todo afuera, en el entendido de la salud de los bolivianos no depende de los medicamentos sino de una buena alimentación. Pero los productores de base son más pragmáticos y se preguntan si el consumidor nacional podrá pagarles por sus alimentos orgánicos tanto como los europeos. Otros, atingidos por la necesidad, no se fijan ni en el comprador ni en el destino de su producción. Con los biocombustibles el imperialismo someterá a la humanidad por el lado más débil, el estómago, se advirtió en el V Encuentro. Pero esta evidencia puede no tener sentido para algunos productores de caña de azúcar de las tierras bajas del país que aceptan de buen agrado el “apoyo” de fundaciones promotoras de los agrocombustibles que les regalan semillas, el arado de dos hectáreas y transporte gratuitos. A estos cultivadores lo único que les importa es vender, ya sea para alimentar humanos o para llenar tanques de voraces máquinas. En el Encuentro se alertó de las graves consecuencias sociales, ambientales y geopolíticas de las represas del Río Madera –iniciativa del gobierno brasileño– obras que son parte del proyecto IIRSA diseñado para facilitar la explotación de recursos naturales de la Amazonía. Las transnacionales beneficiadas con estas obras han encontrado aliados nada menos que en los sindicatos.
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BolPress - Bolivia/05/10/2007

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