21/8/07

Libia: la nueva relación con Francia y las estrategias de Gaddafi

El asunto de las enfermeras búlgaras y del médico palestino, primero condenados a muerte por un tribunal libio y después liberados, ha situado a Trípoli en el centro de la atención internacional. Tras un acercamiento a Estados Unidos, parece haber llegado el momento de la normalización de las relaciones con la UE. Francia tiene un papel importante en las negociaciones, hecho que le ha costado muchas críticas. Libia se beneficia de este asunto y Saif al-Islam, el hijo de Gaddafi, se confirma como nueva figura en el panorama de la política interna libia, de cara a suceder a su padre en el futuro.
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Stefano Torelli
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Los acuerdos con los Elíseos
Tras la liberación de las cinco enfermeras búlgaras y del médico palestino, acusados de haber transmitido el VIH a 438 niños del hospital de Bengasi, el presidente francés Sarkozy voló a Trípoli para reunirse personalmente con Gaddafi. Días después, el Ministro de Defensa francés Herve Morin confirmó oficialmente la existencia de un plan de venta de armas por valor de 300 millones de euros a Libia. Esto supone la ruptura de la restricción de venta de armas que siguió a los atentados de Lockerbie y del avión francés UTA. Dicha restricción dejó de ser estricta en el 2004, tras la decisión unilateral libia de suspender los programas de producción de armas de destrucción masiva y la nueva posición de Trípoli junto a EEUU en la lucha contra el terrorismo islámico. A pesar de esto, en la práctica, nadie había proporcionado armas a Libia hasta ahora. Se trata de un contrato ya llevado a cabo con la EADS (European Aeronautic Defence and Space company) para el abastecimiento de misiles antitanque Milan, por valor de 168 millones de euros. Junto a este acuerdo se está perfilando otro de 128 millones. Además, se ha dado a conocer un proyecto para la instalación de un reactor nuclear para uso civil, también proporcionado por Francia. Este sería el precio que paga París a cambio de la extradición de las enfermeras (en la que ha estado involucrada también Bulgaria), a pesar de que ambas partes han desmentido la relación entre ambos asuntos.
Efectivamente, tanto Libia como Francia tienen buenos motivos para llevar a cabo los acuerdos. Para Trípoli se ha abierto la puerta de la normalización de las relaciones con la UE, después de la reapertura de la embajada de Washington en el país. Además, Gaddafi habría conseguido la excarcelación de un agente libio, Abdel Basset Ali al-Megrahi, preso en Glasgow por el atentado de Lockerbie; Bulgaria ha desviado la deuda de 56 millones de euros que Libia tenía pendiente a una fundación internacional que se ocupa de los niños de Bengasi afectados por el SIDA y la UE habría dado unos 10 millones de euros para el mismo fin. Fortaleciendo las relaciones con el mundo occidental, Trípoli está sin duda más segura y no debe preocuparse de amenazas externas.A pesar de las críticas, Sarkozy ha llevado a cabo otro pequeño paso hacia la realización de su objetivo; la creación de la Unión Mediterránea (véase Israel: nuevos canales para las relaciones con el Magreb), destacando además su papel de mediador. Asimismo, ha demostrado un pragmatismo estratégico, uniendo la defensa de los derechos humanos a los intereses económicos franceses. Libia pasa a ser un terreno fértil para las empresas petrolíferas de París que, posiblemente, recibirán contratos en exclusiva.En cualquier caso, en la UE se han creado tensiones entre Francia y Alemania, que no aprueba la venta de armas y, especialmente, la transferencia de tecnología nuclear a un país no democrático cuyo líder es un personaje impredecible, a pesar de su reciente acercamiento a Occidente. Es interesante destacar que las críticas de Berlín están más dirigidas a la cuestión nuclear, al estar Alemania directamente implicada en la venta de armas, pues la EADS es una empresa francoalemana. La Der Spiegel señala que, en un primer momento, las negociaciones para la liberación de las enfermeras se llevaron a cabo entre el Ministro de Asuntos Exteriores alemán, Steinmeier, y el hijo de Gaddafi, Saif al-Islam, el junio pasado. Mientras estas mediaciones se realizaban con la máxima reserva, llegó Sarkozy, de modo ostentoso, irritando a Berlín y haciéndola retroceder, declarando que quería la implicación de toda la UE. El presidente francés, en cambio, habría actuado individualmente, apartando a sus socios y ganándose las críticas alemanas.
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El nuevo rol de Trípoli
La liberación de las enfermeras búlgaras representa el último acto de magnanimidad aparente del antiguo enemigo de Occidente y soporte del terrorismo internacional. Libia aparece ahora como mediador en muchos asuntos en los que están implicados muchos países africanos y no africanos. En el campo diplomático, Trípoli parece haber pasado a ser la más activa de todo el continente africano y su papel en la resolución de las controversias internacionales, como los conflictos del Níger y Darfur, ha sido importante, como demuestran las reuniones de las partes en lucha en la capital de Libia. En más de una ocasión, el Coronel ha declarado su deseo de conseguir una Unión Africana más cohesionada e incisiva, abandonando los antiguos discursos panarabistas. También en Oriente Medio, según las declaraciones del mismo Saif al-Islam, Libia estaría ayudando a Tony Blair en el desarrollo de su nuevo papel de mediador de paz, concretamente intentando acercarle a los círculos de Hamás, para intentar el camino del diálogo.No obstante, quedan algunas sombras en el régimen libio. Las reformas económicas dirigidas a la apertura total al mercado internacional y los intentos de atraer capital extranjero hacia el país no van al mismo paso que las reformas políticas. La estructura de poder libia parece ser la misma de las décadas anteriores, sin cambios sustanciales y sin una oposición que ejerza libre y abiertamente su papel en las dinámicas internas. Por otro lado, las relaciones de Trípoli con Irán preocupan a EEUU y a la UE. En el marco del oportunismo, a la vez que Gaddafi intenta resolver los conflictos con sus antiguos enemigos, procura que sus relaciones con las otras potencias no se deterioren. En junio, el secretario de la Comisión General del Pueblo, al-Mahmoudi, llevó a cabo un viaje oficial a Teherán, anunciando que las relaciones entre los dos países se reforzarían gracias a una cooperación bilateral en los intercambios comerciales. También queda por ratificar la Libya-Iran Joint Economic Comission, que establece la creación de un fondo común para invertir en África y Latinoamérica. Al mismo tiempo, han llegado señales de alarma desde Yemen, cuyo gobierno central ha acusado abiertamente a Irán y Libia de apoyar la insurrección de los rebeldes zayditas en el norte del país. Dicho conflicto dura ya cuatro años y ha provocado un centenar de víctimas (véase Yemen: un nuevo escenario para los enfrentamientos entre suníes y chiíes).
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El futuro y la figura de Saif al-Islam
El año pasado, durante una declaración pública, el segundo hijo de Gaddafi lanzó acusaciones sin precedentes al sistema político que dirige el padre. Saif afirmó que la élite política y económica del país es una mafia que impide el desarrollo de las instituciones. Al mismo tiempo, señaló que el mundo occidental no debería interferir demasiado en los asuntos internos del país, afirmando que el proceso de paz está en marcha, pero que su realización requiere tiempo y una implicación de Occidente podría causar reacciones imprevisibles. Probablemente, se refería a las fuerzas fundamentalistas presentes en Libia. Con ocasión del asalto a la sede diplomática en Bengasi, en el clima provocado por la publicación de las viñetas satíricas sobre el Islam por un periódico danés y por las declaraciones del entonces ministro Calderoli, pareció un mensaje claro para Gaddafi. Varios analistas observaron que, que tras los disturbios, podría haber un intento de “revolución islámica”. En Bengasi está muy presente la Hermandad Musulmana, dada la persecución de la misma en el vecino Egipto. Del mismo modo, desde hace un año se observa con preocupación un desplazamiento de los movimientos fundamentalistas de naturaleza qaedista desde Oriente Medio hacia el Magreb. El estado de alerta en el entorno del gobierno sigue siendo alto, sobre todo ante la perspectiva de la sucesión de Gaddafi. Aunque ha sido oficialmente desmentido, es posible que el mismo Saif esté preparado para tomar el relevo a su padre. Este es un hombre de formación occidental y de ideología liberal, con un poder basado en el hecho de presidir la Gaddafi Development Foundation, una organización caritativa con mucha influencia en la política exterior de Trípoli. El papel de Saif ha sido determinante en la solución de muchas controversias, como la de las enfermeras búlgaras. A pesar de esto, está por ver si Saif podrá tomar el poder y cuánta influencia tendrán los grupos fundamentalistas, preparados para aprovechar la ocasión adecuada para entrar en escena.
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Conclusiones
El caso de las enfermeras búlgaras ha llegado a ser un asunto internacional que le ha permitido a Gaddafi ser el foco de la atención mundial. El éxito de las negociaciones con Francia constituye un punto a favor de Trípoli, en la perspectiva de la recuperación de la credibilidad internacional, pero ha llevado a muchos países occidentales -Alemania en primer lugar- a criticar duramente a París, amenazando con provocar nuevas rupturas en la UE.Libia, además de jugar las cartas para ganar peso en el escenario internacional, deberá afrontar a medio-corto plazo la sucesión de Gaddafi. Mientras Saif parece ser la persona que llevará al país hacia la modernización económica definitiva, política y social, se debe valorar con atención si realmente tiene la intención de continuar en esta dirección. Recuerda a los casos de Siria, donde Bashar no ha cumplido las expectativas que sobre él se cernían, y de Egipto, donde Mubarak estaría allanando el terreno para que sea su hijo Gamal quien lo suceda, con una facilidad de acción en este sentido que genera serias dudas acerca del efectivo proceso democrático en el país.
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Equilibri.net - Italia/21/08/2007

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