Jerusalén, ciudad santa y capital del conflicto
La alusión hecha esta semana por el primer ministro israelí, Ehud Olmert, a la posibilidad de que su gobierno se desentienda de parte de Jerusalén ha confirmado un secreto a voces, que la ciudad santa es la capital del conflicto.Que Cisjordania y Gaza pasen a control palestino despierta suspicacias, aunque se trata con sordina en el nacionalismo israelí, pero ha bastado el primer atisbo de que parte de Jerusalén tenga igual destino para que esa corriente política ponga el grito en el cielo.'¿Es necesario incluir los barrios de Shuafat, Arab al-Suwahara y Walaye en Jerusalén?. Sobre eso habría que hacerse algunas preguntas' fue la frase -de contenido poco explícito aunque lo suficientemente implícito-, con que Olmert ha suscitado la polémica.El jefe del Gobierno israelí la pronunció el lunes en el Parlamento (Knesset) al poco de reunirse con la secretaria de Estado de EEUU, Condoleezza Rice, para preparar la conferencia de paz regional, prevista para noviembre o diciembre en Annapolis (estado norteamericano de Maryland).Todo el espectro político israelí sabe de antemano que el objetivo de la cita será sentar las bases de un Estado palestino.También conoce que no se baraja otra opción que proclamar ese Estado en los territorios de Cisjordania y Gaza, además de en la zona este (árabe) de Jerusalén, donde tendría su capital.Pero esas premisas no han amortiguado el impacto de que Olmert se refiriera por primera vez al plan en lo que concierne a Jerusalén, hasta el punto de que sus vagas palabras le pueden costar una grave crisis de gobierno.El primer partido de oposición, el derechista Likud, no tardó en emplazar el martes a las formaciones Shas (religioso sefardí) e Israel Beitenu (ultraderecha) a abandonar la coalición gubernamental tras lo que calificó de 'declarada intención' de Olmert de dividir Jerusalén.Entre esos dos partidos, uno religioso y otro sionista radical, y por tanto acérrimos defensores del axioma de que la ciudad santa es 'la capital eterna e indivisible' de Israel, aportan 24 de los 79 parlamentarios que conforman la mayoría gubernamental en la Knesset.La defección de ambas formaciones dejaría a la coalición de Olmert en minoría en el parlamento, compuesto por 120 escaños.La postura que el actual primer ministro ha dejado asomar ha provocado todavía mayor controversia en la medida en que contradice la que mantenía cuando regía los destinos municipales de Jerusalén, de la que fue alcalde de 1993 a 2003.Durante ese periodo, el actual primer ministro se opuso frontalmente a la división de la ciudad -que ya se planteó en la fracasada cumbre de paz de 2000 en Camp David-, y llegó a encabezar una marcha de 350.000 personas para rechazar esa posibilidad.Queda por esclarecer si las nuevas responsabilidades políticas que asume han obligado a recapacitar al ahora primer ministro o si hay que diseccionar con precisión milimétrica su actual discurso.Porque Olmert, buen conocedor de Jerusalén, lo que en realidad ha venido a dar entender es que la zona árabe no debe considerarse parte de la ciudad santa, por inverosímil que resulte.
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Terra Actualidad/EFE/16/10/2007
Terra Actualidad/EFE/16/10/2007
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