15/10/07

Mirando el Medio Vaso lleno

Moshé Yanai
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Criticar es un derecho amparado por la democracia. En las dictaduras no hay crítica que valga, todo “anda tan bien” que se hace innecesaria. Pero como Israel no la es, la crítica se ha convertido en el instrumento preferido por los medios para ganarse la vida. Sin embargo, hay un límite para todo, y a veces se debe contemplar el vaso medio lleno, en lugar de insistir en que está medio vacío.
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A todos nos encanta criticar. No hay cosa más fácil y, por ende, más común que formular quejas, reproches. Ya sea en la vida privada, como en la gestión del Gobierno. Y como evidentemente hay tanto que se podría enderezar y corregir en la administración pública, es ésta la que se lleva el trofeo. Junto con la política del Gobierno, desde luego, que nunca parece ser acertada. A estar a tantos, vamos siempre a la deriva. Pobre nave la nuestra, exclaman acongojados. Si ya estaría por naufragar.

Dicen que todo parece indicar que Israel está pasando por un mal momento. Los palestinos siguen disparando cohetes contra Shderot, la gente del Hamás se está armando hasta los dientes, los iraníes esquivan al mundo y siguen con sus planes nucleares, el terrorismo internacional prosigue haciendo estragos, las grandes potencias continúan presionando para que Israel haga más concesiones, el Primer Ministro estaría más ocupado en defenderse de acusaciones de corrupción que de afrontar los asuntos del Estado, etc, etc. Incluso la oposición estaría “congelada” por razones incomprensibles. En nuestro lenguaje popular diría que estamos en un “matzav zift”, es decir y como se dijera en la península, algo así como “en la caraba” (*).

Confieso que la situación podría ser mejor, pero me pregunto si es tan mala como lo pintan algunos. No sé, pero veo a mi entorno un país más o menos organizado, con una que otra huelga (que es lo normal en dondequiera uno esté), una economía que parece ir adelante, un shekel que se mantiene firme y ya nada tiene que envidiar al tambaleante dólar, y un nivel de vida que parece ser cada más alto. Muchos negocios prosperan, se construye por doquier (y los “verdes” echan el grito al cielo, no sin cierta razón), se crean nuevas infraestructuras inclusive carreteras y líneas férreas, la desocupación habría descendido y, en definitiva, todo parece ir hacia delante.

Pero hay otras cositas que pasan inadvertidas, y que se tendría que tomar en cuenta. Estimo que hará cosa de medio año que no ha ocurrido ningún atentado grave, y no quisiera “liftoaj pe lesatán”, literalmente “abrir la boca a Satanás”, pero se ha de confesar que en cierto modo los israelíes se han librado de una pesadilla provocada por ataques suicidas cada dos por tres. Esta circunstancia no solamente tiene un profundo efecto moral, sino que también se plasma en un empuje a la economía y, entre otras, ha rehabilitado el turismo extranjero que años atrás pasó por períodos de seria crisis.

Todos sabemos perfectamente que los palestinos no han cambiado de parecer; aunque con menos publicidad, no pasa semana sin que se informe sobre la captura de equis terroristas, que se proponían “complicarnos” la vida. Por lo tanto, parece ser acertadas las normas aplicadas quedamente para capturar a los futuros terroristas en sus propias bases, y desde luego ello se logra gracias a un eficiente servicio de inteligencia, combinado con el empleo de unidades especiales para infiltrarse en territorio palestino, y hacer debidamente lo necesario. A unos y otros, “kol hakavod”, que pálidamente traducido sería un vigoroso aplauso.

Muchos hablan de la necesidad de una política más vigorosa con los palestinos, y descartan los encuentros entre Olmert y Abu Mazen. Son dos tipos que “no pintan nada” (como dijera en su oportunidad el Presidente español Rodríguez Zapatero, al referirse a las gestiones de José María Aznar en Cataluña). Y sin embargo, no podemos descartar la necesidad de mantener algún contacto que fuere con nuestros vecinos, queramos o no. Mostramos así al mundo que, a pesar de todo, Israel negocia con aquellos palestinos que reconocen su existencia y desean llegar a un acuerdo. No lo hace con los radicales del Hamás, que son descartados no solamente por Israel, sino por la pluralidad de la opinión pública mundial.

No tenemos noticias confirmadas, pero sabemos que Israel realizó un operativo en el norte de Siria, un lugar bien apartado de nuestro país. Los medios extranjeros tratan el asunto hasta el día de hoy, y aseguran que Israel habría atacado instalaciones nucleares que Corea del Norte se proponía instalar en ese país enemigo. El mutis de nuestra parte es bien resonante, y tiene por objeto permitir a Damasco que pase por alto la incursión, que según nos dicen fue de muy padre y señor mío. Lo único que puedo agregar, como ya lo dije en un artículo anterior, es que el jefe de la Inteligencia Militar Gral. Amos Yadlin afirmó que se había rehabilitado la capacidad disuasiva de Israel. Eso ya lo dice todo.

Por lo tanto, cuando se critica lo que merece crítica, habría que poner en la balanza lo que no se elogia, por la sencilla razón que muchas veces se toma por descontado. Pero sinceramente estimo que con todas las objeciones que pueden hacerse a la gestión del presente Gobierno, no se deja de velar por la seguridad del país y de algún modo se pone en marcha un proceso que responde al consenso nacional: por lo menos hablar con los palestinos, aún sabiendo que lamentablemente no se avista posibilidad alguna de un acuerdo en un futuro previsible.
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(*) Para quien se hubiera quedado en ayunas, “la caraba” es un dicho en su momento muy usado para calificar cualquier situación insólita o grotesca. Este dicho procede del siglo XIX. En una Feria de Sevilla, unos gitanos montaron en una barraca destartalada y la rotularon así: "La Karaba. Se la puede ver por 4 reales".

Hicieron correr el rumor de que allí se exhibía un animal informe, monstruoso, nunca visto... que en realidad era una viejísima mula llena de mataduras.
A pesar de todo, la gente acudía a contemplar el fenómeno, pero salía iracunda, con sensación de haber sido estafada. Entonces una gitanilla avispada aplacaba a los que protestaban diciendo que allí no se engañaba a nadie, pues era un animal "quearaba, quearaba" mucho en otro tiempo, y que ya "no araba" a causa de ser tan vieja.

A fuerza de repetirlo, la caraba quedó como término para calificar cualquier hecho o suceso insólito, jocoso o grotesco.
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El Reloj - Israel/15/10/2007

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